En el marco de la iniciativa ‘Reinterpretando a los clásicos’ impulsada por el Museo Nacional del Teatro, pintó en directo “un tríptico que refleja los tres actos de la obra teatral, aunque, a su vez, cada lienzo son los tres actos en sí mismo”.
En el de la izquierda, “el que más simbolismo tiene”, aparece la prisión en una gran torre pétrea y lo que ve Segismundo a través de la ventana de su cárcel. “Al haber estado encarcelado desde pequeño, él en realidad es libre porque no conoce la libertad o no libertad de fuera, con lo que el pájaro que se sitúa en lo alto de un cerro frente al ventanuco con rejas de la prisión también es él y puede ver la vida a través de ese ave posado encima de una sucesión de cadenas que representan su prisión e inmovilidad”.
Como no conoce la libertad, en su cabeza puede ser incluso “más libre que el resto”, comentó Laguna sobre su obra culminada a lo largo de dos horas en el patio del Museo ante la presencia de decenas de espectadores.
En cuanto lienzo central, que es cuando a Segismundo le liberan por primera vez, aparecen en la parte superior los monstruos representando a “cómo el mundo le ve a él y también cómo se ve a sí mismo por cómo el resto le trata”. No obstante, es él realmente el llamado a ser el monarca y por eso va en la parte inferior, tras descender una escalera, “con la pieza clave del ajedrez -la del rey- sobre el hombro y no sabemos si volverá o no. Son como los niveles de la torre, el monstruo se ha quedado arriba y entonces él sale a explorar el mundo sin saber con certeza lo que va a ocurrir, porque le han liberado y le han dicho ‘vas a ser rey’, pero no sabe si es real o no”.
Y el tercero es “una representación de nosotros mismos”, además de otras cuestiones. En este caso, “él ya ha hecho su viaje”, expuso Laguna, que representa, en la parte inferior, a Segismundo como un personaje de Julio Verne. “Lleva ya como una escafandra porque ha pasado por mil peripecias de conocimiento y donde va a entrar no es al reino que le habían prometido sino al final de su conocimiento”. Lleva colgando por detrás, en lugar de una cadena, un enchufe porque “se ha desenchufado y está viendo la Matrix ya perfectamente”, en alusión a los paralelismos de ‘La vida es sueño’ con la simulación virtual.
“Las estructuras son de cartón, él ya ve la vida como si fuera un trampantojo y a dónde está entrando es a un teatrillo, no a su reino”, indicó Laguna, que pinta en la parte superior un rostro femenino que se corresponde con el espectador. “Somos nosotros. Ella está viendo todo ese proceso de conocimiento pero, a su vez, ella también está representada como un títere porque, al igual que él no sabe si la vida es un sueño o es real, nosotros tampoco tenemos ese conocimiento, estamos a su mismo nivel”.
Cada uno de los lienzos se titula Primero, Segundo y Tercer Acto y en el proceso de creación se sumó de forma espontánea Carmen Bermejo que pintó a los pies del tríptico ‘Soñemos alma, soñemos otra vez’.