Para un espectador leído y avisado, el humo que invade el almagreño espacio AUREA Antigua Universidad cuando se está acomodando para ver Burro, de la compañía Ay Teatro, no es más que el inicio de una obra en la que un pollino atado a una estaca relata su vida a su sombra mientras se acerca un incendio.
Sin embargo, ochenta minutos después y tras los vítores y aplausos con los que el público ovaciona a un inmenso Carlos Hipólito y a sus compañeros de reparto, sabe que ese humo era la antesala de la tormenta de fuego teatral que despliega un actor en estado de gracia representando a un personaje sin complejos.
Las geniales cabezas de Álvaro Tato y Yayo Cáceres, autor y director respectivamente de ‘Burro’, han permitido que el espíritu de Ron Lalá, ahora descansando en las entrañas de Ay Teatro, recorra de nuevo las tablas del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro con una obra original y entrañable en la que a través de un falso monólogo teatral y musical se homenajea al burro, un animal social y estrecho colaborador en el progreso humano a lo largo de los últimos 6.000 años.
Carlos Hipólito aprovecha la música original de Cáceres y el magnífico texto elaborado por Tato, basado en escenas y fragmentos clásicos sobre asnos –Fábulas de Esopo, El asno de oro de Apuleyo, Misa del asno y testamento del asno un anónimo medieval, Disputa del asno de fray Anselmo de Turmeda, Don Quijote de La Mancha de Miguel de Cervantes y Platero y yo de Juan Ramón Jiménez– para desplegar un intenso juego teatral en el que no deja de transformar su cuerpo, cambiar la voz para representar diferentes personajes o cantar, en una entrega total a un personaje con el que disfruta.
Para ello cuenta con la colaboración de tres brillantes compañeros de reparto que desde el fondo del escenario completan el andamiaje de una sencilla y efectiva puesta en escena: Fran García e Iballa Rodríguez dando réplica a Hipólito, cantando y tocando la batería y la flauta; y Manuel Lavandera, presente de principio a fin del montaje con su suave y delicada guitarra.
El relato, que transita entre la tragedia y la comedia, aborda las relaciones del hombre con los asnos durante los últimos seis milenios con dedicación especial a la Grecia y la Roma Clásicas, el carnaval y las fiestas de la Edad Media, el Siglo de Oro, la Ilustración y la Modernidad.
Todo un impresionante despliegue de texto y música marca de la casa como ya pudimos ver en montajes como Vive Moliere, Villa y Marte o Malvivir, con una sencilla escenografía sostenida en pocos elementos sobre el escenario -unos fardos de heno, un arnés y una correa y una plataforma con rampas- apoyados en una sólida iluminación, especialmente importante durante las escenas que Hipólito/asno comparte con su sombra.
Dos exitosas representaciones, los días 26 y 27 de julio, que seguro han dejado al público con ganas de más Ay Teatro en Almagro en próximas ediciones. Esperemos que sea en la 48.