“Mi corazón está ahora mismo, ¡oh!, cómo está”, aseguró Cristina Hoyos nada más recoger de manos del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, el Premio Corral de Comedias con el que comenzó el 48º Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro.
“Emocionada, porque la mayor parte de mi vida he estado en los teatros”, interpretando con el cuerpo, recibió la bailaora sevillana una distinción que consideró un regalo y que correspondió con el derroche de expresividad de sus brazos y manos, al son de la guitarra tocada por Antonio Quero, y un poema en memoria de Carmen Amaya.

“Callarse los cantaores, que enmudezcan las guitarras, que se queden las bailaoras convertidas en estatuas y suenen las castañuelas como cajas destempladas”, comenzó a recitar la artista andaluza que con el revoloteo de sus manos arremolinó en un pañuelo los corazones de los presentes, admirados por la autenticidad y desenvoltura emocional de sus palabras y movimientos.

“Icono del flamenco”, es la primera vez que una artista de la danza recibe el Premio Corral de Comedias de Almagro, como recordó la directora del Festival, Irene Pardo, y todos los que intervinieron elogiaron la trayectoria de una artista que ha llevado la cultura española a todo el mundo. El vicepresidente del Gobierno regional, José Manuel Caballero; el presidente de la Diputación, Miguel Ángel Varverde; y el alcalde de Almagro, Francisco Ureña, dieron la enhorabuena a Cristina Hoyos, a quien también felicitó el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, momentos antes de comenzar el acto de entrega del galardón.

“Almagro es como un tren que nos trae del pasado al presente y de ahí nos lleva al futuro”, algo muy similar a lo que hace Cristina Hoyos, cuyo arte parte de las raíces más puras, de esa España tan humilde que ahora se quiere olvidar. Ha cogido esa fuerza popular, ese saber del pueblo y ha sabido transformarlo y transmitirlo a los cuatro confines a base de vigor, disciplina y constancia, comentó José Carlos Plaza, encargado de pronunciar la laudatio a una persona por la que expresó todo su respeto, admiración y cariño.

A la disciplina y técnica, ha aportado el espíritu y el alma, ha unido el arte con su vida, apuntó Plaza, que destacó que Cristina Hoyos es, “como su arte, generosa, valiente, curiosa, progresista y comprometida”.
Su sobrina, Mercedes Hoyos, ha visto cómo los teatros mundiales de mayor prestigio y protocolo, entre ellos la Ópera de París, con miles de personas, entraban “en trance, en éxtasis, enloquecían”, con los espectáculos de su tía, quien, pese al éxito, “siempre ha destilado humildad y discreción”, al tiempo que ha dejado una generación que se inspira en ella, a la que protege y aconseja “honestidad, búsqueda de la dignidad y conocimiento, no rendirse a cantos de sirena embaucadores y seguir siempre el camino de la verdad”.

Recoger el Premio Corral de Comedias no deja de ser “como volver a su esencia, porque nació y se crió en un corral, del Trompero, en Sevilla, en una posguerra en la que la comedia era el pan nuestro de cada día, que no había, y el hambre agudizaba el ingenio en una familia sin antecedentes artísticos pero con devoción a la música, el flamenco y a reírse muchísimo. En una alcoba, ella, la radio y un espejo, ahí nació Cristina Hoyos bailaora y actriz”, resumió su sobrina.
La fe en la cultura
Elogió la figura y legado de Cristina Hoyos Francisco Ureña, quien recordó “la fe en la cultura de la que nació el Festival”. En este sentido, indicó que el Festival de Almagro tiene casi la misma edad que la democracia y fue una de las iniciativas que fraguaron en unos años objetivamente peores que los actuales pero con la certeza de que la cultura y el arte contribuirían a una España mejor.

El Festival se ha convertido en el acontecimiento más importante de la ciudad, ha supuesto mucho para el teatro clásico y es uno de los eventos más relevantes de Europa, expuso Ureña, que resaltó que, “ahora que se habla tanto de guerras culturales, aunque más exactamente las deberíamos llamar guerras ideológicas, observamos que quienes, en cuanto alcanzan el poder, se piden las competencias de cultura con el objetivo de castrarlas o domesticarlas, de reducirlas a mero adorno, un lujo que legitime su ideología. Ante ello no debemos retroceder ni rehuir la batalla para no tener que lamentarlo luego”.
“Afirma la directora del Festival que éste se abre a todas las miradas. Me voy a permitir matizar que menos a una, a la que niega al resto, la que cercena derechos, promueve la unanimidad ideológica. Se trata de luchar por una causa noble y tan digna como en los tiempos de la democracia que entre todos supimos darle a este país”, agregó el primer edil almagreño.
Lugar de encuentro
Por su parte, Miguel Ángel Varverde se refirió a los tiempos complicados, de mucha confrontación, desencuentro, sobresalto, estupor e incluso indignación, que estamos viviendo. No obstante, cuando venimos al Festival de Almagro todo es encuentro. Es encontrar alivio a ese calor, es hallar el frescor de disfrutar de la cultura, algo que recuerda a la tradición muy manchega de salirse al fresco en un encuentro entre vecinos para hablar, reencontrarse y dialogar, que es en definitiva lo que proporciona el Festival como lugar de encuentro, no para dar soluciones pero sí para reflexionar sobre tantas cosas a partir de los clásicos.

El presidente de la Diputación subrayó que la institución provincial está absolutamente comprometida con el Festival, que es, a su vez, una ventana y una oportunidad para conocer el territorio y disfrutar de nuestras raíces y cultura. Así mismo, valoró el “muy merecido reconocimiento” a Cristina Hoyos, una “grandísima artista” que ha abierto puertas y representado a la cultura española en múltiples latitudes y una persona de gran fortaleza demostrando valentía en momentos difíciles.
Milagro laico
Como un milagro laico definió el Festival José Manuel Caballero, que saludó a todos los representantes institucionales, en especial al ministro de Cultura al que retó el pasado año a ver si llegaba a esta edición, cosa que ha cumplido. Satisface comprobar que después de 48 ediciones el Festival no decae, sino que cada año mejora, señaló Caballero, que resaltó el apoyo con entusiasmo del Gobierno regional a esta cita, en la que la cultura genera, a su vez, plusvalías y beneficios económicos al entorno puesto que ocio y negocio van juntos.

Así mismo, el teatro no es sólo divertimiento sino también reflexión y hoy es imprescindible repensar este mundo tan vertiginoso y deshumanizado, apuntó el vicepresidente de la Junta, que aludió, a este respecto, al estreno en la jornada inaugural del Festival de ‘Fuenteovejuna’ de la CNCT y “qué tristeza comprobar que todavía hoy en el mundo, a nuestro alrededor, tenemos muchos comendadores que utilizan su poder para abusar de los más débiles y someterlos a todo tipo de violencias y calamidades como el insoportable goteo de casos de violencia machista y las terribles imágenes que nos llegan de Ucrania o Gaza donde la vida no vale nada”.
También felicitó a Cristina Hoyos, embajadora universal del flamenco con una reconocida trayectoria que demuestra que se puede llegar a lo que se aspira y a lo más alto con esfuerzo y tesón y es un estímulo y ejemplo para lograr la excelencia.
Lecciones imperecederas
Cumpliendo su promesa del año pasado, de volver en 2025 y reiterando que tiene la intención de inaugurar las ediciones del 26 y 27, Ernest Urtasun resaltó que el teatro clásico es un manantial de palabras, gestos y milagros. “Epifanías basadas en textos eternos que aplican una lente de aumento sobre la condición humana, nuestras debilidades y virtudes. No siempre veremos lo que nos gusta o en ese retrato salimos bien parados pero, entre altas y bajas pasiones, equívocos, acuerdos y desacuerdos, romances y rebeliones, derrotas y triunfos, vamos encontrándonos con lecciones imperecederas que viajan hasta nosotros a través del tiempo, además de encontrar herramientas de transformación colectiva”.

“Eso representa el teatro clásico y la cultura, la posibilidad de que algo nuevo ocurra, de una transformación que está en nuestras manos y en la que nos podemos reconocer”, señaló el ministro de Cultura, que resaltó que “nuestro país cuenta con un legado inmortal, el verso del siglo de Oro, y fieles a esa memoria hacemos posible su reinvención en este espacio único”.
Urtasun destacó la importancia de la presencia de las dramaturgas y autoras de todo tipo y su incorporación a una genealogía que está coja y sesgada sin el genio, trabajo y voz de las mujeres artistas del país.
“Cristina Hoyos es un ejemplo de esa culminación necesaria. Bailaora y maestra, coreógrafa, actriz y directora artística, en sus manos y brazos se enreda ese hilo genealógico que nos ata al flamenco y nuestra tradición escénica y musical, a Falla y Lorca, a las grandes bailaoras, al cante y la guitarra, a la danza y el ballet, a texto y cuerpo de lo que somos como cultura. Esa fusión y diversidad que nada como el flamenco es capaz de interpretar”.