Uno de los protagonistas del pasado ciclo “Los Toros en la Cultura” celebrado a principios de diciembre en Ciudad Real fue el matador de toros Gonzalo Caballero, quien, a juzgar por sus palabras, tiene muy claro el lugar al que quiere llegar; y más aún, las dificultades que se encontrará en su devenir, además de las ya superadas, que no han sido pocas.
Teníamos ganas de disfrutar de una jornada de tentadero con el torero madrileño, y quiso el destino – o lo que sea- que la oportunidad se brindara en la casa de Javier Gallego, a cuya finca acudió Caballero para tentar dos eralas; una de procedencia Veragua, y otra de Las Ramblas.
Las dos se dejaron, mucho, y permitieron al madrileño dejar entrever su Tauromaquia, basada en la quietud, la verticalidad y la apostura, intentando dar el medio pecho en los inicios de tanda para, a continuación, perfilarse con el fin de alargar el trazo de los muletazos el máximo.
Este y otros tentaderos que ha cumplido y cumplirá Gonzalo le servirán de ineludible preparación de cara a una temporada en la que, a priori, se va a dar algo más de cancha a los llamados toreros emergentes.
Él es consciente de que su nombre no está entre los que más suenan para llevar al cabo el necesario y tan reclamado relevo generacional, pero sí sabe que alguna oportunidad tendrá. Y esa –o esas- habrá que aprovecharla, atacando con el cuchillo entre los dientes para subirse al carro de las ferias y hacerse un hueco en los carteles de la inminente temporada 2016.