La pasada semana, en viernes y sábado, tuvieron lugar los tradicionales tentaderos en la ganadería de Víctor y Marín, la más antigua de Ciudad Real.
En esta ocasión doce fueron las becerras tentadas. El viernes los encargados de probar la bravura de las vacas fernanducas fueron Aníbal Ruiz, el novillero Carlos Aranda, y el becerrista de Malagón Jonathan Anaya, quien este sábado hará su presentación en la plaza de toros de Ciudad Real.
Al día siguiente llegó el turno de Curro Díaz y Emilio Huertas. El primero dejó patente su calidad estética, mientras que el segundo evidenció encontrarse en un momento de firmeza y claridad de ideas muy recomendable de cara a los numerosos compromisos a los que se enfrentará en los próximos meses. También hubo «tapias», es decir, aprendices de torero que salieron a dar las últimas tandas de muletazos una vez los toreros invitados hubieron terminado su labor; en las dos jornadas se trató de Adrián Grande y Samuel Fernández.
Como no podía ser de otro modo, los tentaderos contaron con la supervisión y dirección de los ganaderos José Luis Marín y Felipe Lasanta, el manejo de la puya de un lesionado Ignacio Sánchez –auxiliado en algún momento por el propio Aníbal Ruiz-, además de la presencia de un nutrido grupo de invitados que acudieron a Pinos Bajos a disfrutar del toreo en el campo.
En cuanto al juego de las vacas, decir que todas se dejaron torear y cumplieron en mayor o menor medida en el peto, si bien el juicio de valor corresponde a los ganaderos. Nosotros fuimos meros invitados. Y agradecidos de ello.
