Plaza de toros de Valencia. Quinto festejo de Fallas. Dos tercios de entrada.
Se lidiaron seis toros de Alcurrucén, de presencia desigual. Faltos de casta y entrega en sus embestidas.
Juan José Padilla (ovación y silencio). Miguel Abellán (vuelta y ovación con saludos). Diego Urdiales (ovación y ovación con saludos).
La semana pasada, cuando los empresarios de la Maestranza de Sevilla presentaron sus carteles, declararon que no habían encontrado “sitio” para incluir a Diego Urdiales en sus carteles, en una evidente muestra de su más que dudoso criterio taurino, pues el torero riojano lleva varios años dando toques de atención sobre su calidad taurina, pero más aún si cabe en las dos últimas temporadas.
Un nuevo toque tuvo lugar en la quinta corrida de Fallas, ayer, en Valencia, en la que pudimos ver a un Diego Urdiales rebosante de torería y naturalidad ante un lote al que le faltó clase y entrega, como ocurrió a toda la corrida de Alcurrucén. En sus dos toros hubo naturales soberbios, de mentón hundido, dando el medio pecho y aguantando las dudas de sus oponentes. No se trató de dos faenas de relumbrón, pero sí de gran mérito y torería sin alharacas. ¿Sin sitio para él en Sevilla? ¡Miau! En cualquier plaza –y más si se trata de un abono prolongado- hay sitio para Diego Urdiales hoy día.
También anduvo entonado y dispuesto Miguel Abellán, sobre todo con el segundo, un toro al que dejó la muleta en la cara para tirar de sus renuentes embestidas. Juan José Padilla quedó casi inédito frente a un primer toro soso, mientras que su segundo, que apuntaba más calidad que sus hermanos, se echó después de un vibrante comienzo de rodillas y una primera tanda prometedora.