Dentro del mundo del toro de lidia también hay “modas”, y el momento actual no cabe duda que está claramente marcado por la casi omnipresente marca “Domecq”, igual que en otros tiempos fueron otras procedencias las que contaron con la preferencia de los toreros o públicos.
Según refleja una estadística publicada recientemente en un semanario taurino (6toros6), casi el 65 de los toros lidiados en España y Francia en la pasada temporada 2009 pertenecieron a vacadas de origen Domecq, es decir, casi dos de cada tres toros. Son muchos, sin duda. Quizás demasiados. Sin embargo, cometeríamos un error si creyéramos que todo lo que tiene raíz en la sangre “domecq” es lo mismo. De hecho, uno de lo que ha puesto en tal situación de privilegio a las ganaderías de esta procedencia es su marcada maleabilidad; es decir, la facilidad que supone para el ganadero imprimir unas características u otras a la vacada en cuestión con animales de este encaste. Ahí están los casos, por ejemplo, de El Ventorrillo, de origen puro Juan Pedro Domecq, que se creó en el cercano año 92 y que ya posee características, tanto morfológicas como de comportamiento, notablemente diferentes a las de su ganadería matriz. O, por citar un segundo ejemplo, los toros de Fuente Ymbro, de origen Jandilla, y que es considerado casi un hierro torista.
Lo que queda relativamente claro es que se trata de una procedencia a la que se puede dotar de una muy considerable proporción de caracteres tanto en cuanto a hechuras –conformación física- como temperamentales. Algo así como la posibilidad de crear un toro casi “a gusto del consumidor”.
Y lo que el consumidor reclama en la actualidad es un toro con serio pero con movilidad, y que permita un toreo basado en gran parte en la belleza plástica que emane de la conjunción entre la embestida del toro y la compostura del torero, sin olvidar que se debe dominar esa embestida, y no sólo componer la figura a la hora de encauzar esa acometividad del toro.
Somos conscientes de que el encaste Domecq no es plato de gusto para algunos de los aficionados que se sientan en los tendidos de una plaza de toros. Y en verdad sería mucho más saludable que la procedencia de los toros lidiados cada año fuera más variada, ya que con la actual tendencia se corre el riesgo de dejar el círculo casi cerrado, con lo que la marcha atrás luego se haría mucho más difícil. En cualquier caso, de momento, las cosas son como son, y en esta primera entrega de la serie Encastes del Toro de Lidia, nos toca profundizar en el encaste Domecq. Y allá vamos.
Orígenes
Los orígenes de la ganadería de Juan Pedro Domecq guardan una estrecha relación con la provincia de Ciudad Real en sus orígenes, ya que los toros de la ganadería del Duque de Veragua que adquirió el vinatero andaluz pastaban dentro de los límites de la provincia manchega, concretamente en la finca El Molinillo, en la linde con Toledo, cerca del pantano de la Torre de Abraham. De hecho todavía existe en su orilla la Casa Veragua. Y contaban los lugareños que los hombres de campo que poblaban los campos ciudarrealeños en aquella época quedaron encantados con el dulce vino fino que traían consigo los compradores andaluces, acostumbrados como estaban aquéllos casi en exclusiva al vino de pitarra con el que solían regar sus gargantas.
Fue en 1930 cuando los toros veragüeños se trasladaron a tierras andaluzas por la compra que Domecq hizo a Manuel Martín Alonso, predecesor de la familia Lozano actual (ganaderos, empresarios y apoderados), y en 1937 cuando Juan Pedro Domecq adquirió varios lotes a Ramón Mora Figueroa (Tamarón) y Conde de la Corte, deshaciéndose con posterioridad paulatinamente de los ejemplares de origen vazqueño.
La familia Domecq ha mantenido una política comercial extensiva, que durante el pasado siglo les llevó a vender en numerosísimas ocasiones vacas y sementales de su ganadería a otros criadores para la creación de nuevas vacadas de lidia, lo que ha devenido en que en la actualidad sea la línea ganadera más numerosa. Además, se da la curiosa circunstancia antes apuntada de que muchas de las “filiales” de Juan Pedro Domecq existentes en la actualidad ofrecen un juego mucho más lucido que los ejemplares de la casa madre, la cual no atraviesa por su mejor momento. A pesar de ello, en el 2009, la ganadería marcada con el hierro de Veragua fue la que más toros lidió, con un total de 186.
Por poner ejemplos, citamos algunas de las ganaderías más relevantes de la actualidad que tienen procedencia Domecq, tomada por compra directa a la casa madre o a algunas de las ganaderías formadas a partir de la vacada sevillana por una vía u otra: El Ventorrillo, Victoriano del Río, Zalduendo, Jandilla, Salvador Domecq, Santiago Domecq, Daniel Ruiz, El Torreón, Garcigrande-Domingo Hernández, Las Ramblas, Guadalmena, Román Sorando, Luis Algarra, Barral, Fuente Ymbro, Marqués de Domecq, Los Guateles, hermanos Sampedro, Torrealta o La Palmosilla.