Plaza de toros de Valdepeñas. Tres cuartos de plaza.
Se lidiaron cuatro toros de Albarreal (1º, 3º, 5º y 6º), desiguales de presentación y descastados en general. Y dos de José Vázquez (2º y 4), nobles y con clase, aunque justos de casta.
El Fandi: Dos orejas con aviso y oreja con petición.
Joselito Adame: Silencio y oreja.
Cristian Escribano: Silencio con aviso y silencio tras dos avisos.
El Fandi salió a hombros.
El Fandi volvió a conquistar los tendidos de una plaza de toros ciudarrealeña, con los mismos cubiertos por un público festivo y a favor de la obra que suele interpretar el granadino, que no es otra que mostrar sus magníficas dotes físicas a la hora de poner banderillas (clavó cuatro en cada toro), recibir con vistosidad de capote (a su primero lo esperó de rodillas para darle varias largas cambiadas de rodillas), y luego, con la muleta pasárselo con pocas apreturas y abundando la cantidad sobre la calidad. Valdepeñas no fue excepción. En sus dos toros siguió el citado esquema, para deleite del público, todo hay que decirlo.
El toreo lo puso un Cristian Escribano que compuso la figura, siempre encajado, llevando con temple las sosas embestidas de su lote. De no haber fallado estrepitosa y repetidamente con los aceros habría acompañado a hombros a El Fandi. Pero no fue así. Pinchó a sus dos toros.
Joselito Adame lidió los toros que saltaron a la arena en primer y cuarto lugar ya que tenía que coger un vuelo a México. Y allí pareció tener la cabeza puesta. A sus manos fue el mejor toro de la corrida, el cuarto de la tarde, y con él anduvo sin compromiso y tirando de efectismos demasiado pronto, cuando el toro mereció más sitio y exposición por parte de su matador. Su primero se rajó a la tercera tanda y nada pudo hacer ante él.