El descenso de consumo de café molido desata la preocupación en la cuna de la cafetera tradicional, Italia.
Desde un elemento indispensable hasta el núcleo de un proyecto de arte, la cafetera tradicional es uno de los utensilios de cocina que más se usan en los hogares. Desde su diseño y creación en 1933, la famosa Moka Express se ha convertido en una parte indispensable del día a día de innumerables familias que no pasan una mañana sin su taza de café.
Pero es posible que esta costumbre quede en el olvido. La casa italiana encargada de la creación de la obra original, la que marcó la línea de diseño que posteriormente seguirían innumerables firmas con sus propias cafeteras, se encuentra en la actualidad con una deuda que supera los 68 millones de euros. Una cifra que está haciendo tambalear los cimientos de una de las mayores empresas de toda Italia, como también de uno de los mayores hitos de la cocina, del hogar y del diseño.
Los hábitos de consumo cambian y, si bien antes el consumo de café molido era elevadísimo en el país italiano, su tendencia actual está en continuo descenso, y a un ritmo que, además, resulta bastante peligroso si se comienzan a establecer previsiones de futuro. El público está dejando de lado al “café de toda la vida”.
Uno de los mayores culpables de este declive, o más bien unos, son las cafeterías que están abriendo sus puertas en el país. De entre todas ellas, la palma se la está llevando Starbucks. El gigante internacional, que ya aterrizó en la región con una potente controversia por sus precios, no usa el modelo Moka Express de cafetera para los cafés que sirve, de hecho, cada vez recurre menos al café molido tradicional.
Pero no sería justo quedarse solo en los negocios minoristas que tratan de ganarse el pan a diario, ya que existe otra tendencia que es la que realmente está cavando la zanja donde quiere lanzar a la cafetera tradicional. El café en cápsulas es el auténtico responsable de lo que está sucediendo.
Café molido frente a café en cápsulas, un conflicto letal
Nielsen, prestigiosa empresa dedicada a los estudios de mercado, lanzaba hace poco una estadística en la que se registraba un incremento brutal de cafeterías abiertas en el país italiano, con Starbucks llevándose una gran porción de todo el pastel, tal y como indicábamos previamente.
Todo este incremento trae consigo, a su vez, un incremento de la demanda que, en otras circunstancias, habría llevado a los fabricantes de cafeteras tradicionales a frotarse las manos, pero ahí es donde entran las cápsulas. La misma Nielsen afirmaba en el estudio que el café en cápsulas había notado un aumento del 23% en ventas, mientras que el café molido descendía un 6%, con una tendencia cada vez más hacia la baja.
Hablando de un país en el que más de la mitad de las familias poseen una cafetera Moka, el continuo descenso de las ventas del café molido no hace más que evidenciar el cambio en la tendencia de consumo. Cada vez se compran más cafeteras de cápsulas, cada vez se apuesta más por un nuevo formato que, si bien puede resultar más caro, también presenta más ventajas.
Y es que, tal y como explica Alex Eser, propietario de la web El Dulce Hogar, la comodidad de uso y la rapidez de las cafeteras de cápsulas hacen que el interés del consumidor se dispare hacia estas. Son más cómodas y rápidas, y eso hace que no solo sean ideales para el hogar, sino también para negocios de cualquier clase.
Ante esta situación, los actuales propietarios de la empresa tras la cafetera Moka Exprés, Bialetti, se encuentran en un contexto bastante complicado. Por una parte, deben al estado millones de euros y, a sus propios trabajadores, más de medio millón de euros. Tiempos complicados para una firma que ha marcado un antes y un después en los hogares, dando además una lección magistral de diseño al mundo entero.
Unas cafeteras económicas, con un tiempo de preparación del café bastante reducido y con unos materiales y componentes fáciles de manejar, pero que están comenzando a sufrir las consecuencias del relevo generacional, uno que puede tener lugar incluso en un sector como este.
Por el momento, y aunque la cafetera tradicional parece herida de muerte, los máximos responsables de Bialetti mantienen la esperanza mientras tratan de renegociar sus deudas. Una mayor flexibilidad en los plazos de pago y algún posible repunte con una nueva idea de negocio, o con un golpe de suerte, podrían ayudar a que estas cafeteras que nos han acompañado durante tanto tiempo sigan vivas. De lo contrario, puede que estemos ante los últimos estertores de uno de los productos más habituales y utilizados por las familias de medio mundo.
Post por la autora invitada – Marta Fischer