Es una obviedad afirmar que en los últimos 75 años la Sanidad ha vivido una auténtica revolución en la provincia de Ciudad Real, así como en todo el país. Baste un simple dato para ejemplificar este hecho: en 1943 la esperanza de vida apenas alcanzaba los 55 años, en la actualidad supera los 83. Ha sido un crecimiento continuado durante décadas que, en su primera etapa, en los años 40 y 50 se sustentó en un notable descenso de la mortalidad infantil y de un progresivo incremento de las facilidades para acceder a una atención médica especializada que cada vez cuenta con más recursos para curar al paciente.
Ya fuera durante la Dictadura, la Transición o el presente democrático, la Sanidad siempre ha sido una de las principales prioridades de los distintos gobiernos. Tanto es así que el primer número de este diario, el 20 de mayo de 1943, recogía en su página 5 un extenso artículo sobre la futura construcción de un nuevo pabellón en el Hospital Provincial de Ciudad Real. Una inversión de 1.850.000 pesetas para establecer una comunicación directa entre los edificios del ‘Manicomio’ y el Hospital, con las ventajas de dar cabida a los locales para consulta pública y cura ambulatoria y centralizar las dependencias de carácter general. Esta ampliación sería una realidad en 1948.
La Diputación tenía a su cargo el Hospital Provincial, que en 1933 se complementó con un Hospital Quirúrgico que fue inaugurado por el entonces presidente de la II República, Niceto Alcalá-Zamora, al que le llamaron la atención “los dos quirófanos espléndidamente instalados conforme a las más modernas exigencias. Sumaban entonces 240 camas el Hospital Provincial y 255 el Quirúrgico.
En esos años de pre y posguerra el problema de los recursos obligó a fijar una cuota por permanencia en este Hospital Provincial dependiendo de la situación económica del enfermo. Así se clasificaban en enfermos distinguidos, dementes no pobres, militares que contribuían eficazmente a los gastos generales… Aquellas personas sin recursos debían acudir a los servicios de Beneficiencia.
Seguro Obligatorio de Enfermedad
El primer gran cambio para avanzar en la salud de los ciudadanos durante la posguerra llegó en 1942. En una situación social y sanitaria precaria, se aprueba la ley de creación del Seguro Obligatorio de Enfermedad, que se hace realidad en 1944, por la que se deslaboraliza la cobertura de riesgo, abarcando a un colectivo de beneficiarios más amplio.
Pocos años después, a finales de la década, surge en Ciudad Real capital el primer ‘hospital’ de la Seguridad Social, dependiente del entonces Instituto Nacional de Previsión, que tuvo por nombre ‘Residencia del Carmen’, ubicado en la calle del Carmen, esquina con la Ronda.
Es a finales de los 40 y principios de los 50 cuando el Régimen Franquista realiza sus primeros trabajos para incrementar la atención sanitaria en la provincia a través de los ‘ambulatorios’ para los beneficiarios del Seguro de Enfermedad. En 1955 había registrados 55.000 asegurados en activo en la provincia y un total de 200.000 beneficiarios.
En ese año los ambulatorios de la provincia atendieron, por el seguro, un total de 550.000 enfermos. En el Ambulatorio de Ciudad Real, entre enfermos vistos, curas e intervenciones realizadas, pasaron por él 61.500 personas. Por el de Alcázar de San Juan 102.500. Por el de Valdepeñas, 46.300; en Manzanares 30.000; en Villanueva de los Infantes, 15.000. en Puertollano, 207.000; en Almadén 47.000 y, por el de Almodóvar del Campo, 22.000.
Estos recursos asistenciales se complementaban con muchos otros, como por ejemplo por el histórico Hospital de Mineros de San Rafael, especializado en la atención de los mineros enfermos de las minas de Almadén y que estuvo en activo hasta 1975, las distintas casas de socorro repartidas por la provincia y por la respetada figura del médico de pueblo que en cada municipio tenía unas características distintas, con un carácter más público o más privado y, en gran parte de los casos, con un edificio de consultorio.
El método más común en los pueblos, e incluso en los municipios más grandes, para acceder a la atención sanitaria eran las conocidas ‘igualas’. Aquellos que se podían permitir el pago tenían el derecho de disfrutar de un ‘médico de cabecera’, aunque las medicinas que se recetaban debían ser abonadas íntegramente por las familias.
En el caso de patologías más graves que requirieran operaciones u ingresos en el hospital había dos opciones: los que tenían seguro o posibles podían acudir al hospital y los que no disponían de recursos ni seguro debían de acudir a Beneficiencia.
Bases de la red de centros actual
Este sistema se mantendría en gran medida a lo largo de los años hasta la consolidación real de una Seguridad Social que llegaría en los primeros años de la democracia. Pero antes ya comenzaron a sentarse las bases para avanzar hacia la Sanidad que conocemos en la actualidad. Con la Ley de Bases de la Seguridad Social de 1963 se impulsó el primer paso definitorio hacia la Sanidad moderna en la provincia. Sería el 6 de junio de 1966 una fecha histórica para Ciudad Real por la inauguración del Residencia Sanitaria Nuestra Señora de Alarcos, con la visita de Francisco Franco. Fue la segunda, y última visita oficial, del Jefe de Estado tras la realizada el 15 de febrero de 1940, en la que realizó un recorrido de la provincia.
Según informaba este diario, fueron 30.000 las personas que aclamaron al Jefe de Estado en la capital durante la inauguración de la que era la residencia número 57 de las impulsadas por el Instituto Nacional de Previsión para el servicio de Seguro de Enfermedad. Las nueve plantas de Nuestra Señora de Alarcos abrieron en 1966 con 250 camas, ampliables a 272, y disponía de cinco quirófanos, 36 nidos y 20 incubadoras, para cubrir las necesidades de los entonces 312.583 beneficiarios del seguro. El coste del edificio y sus instalaciones, que ocupaban un solar de 17.712 metros cuadrados, fue de 90 millones de pesetas.
En los siguientes años llegaron al panorama sanitario de la provincia hospitales que se mantienen en la actualidad. En febrero de 1973 el ministro de Trabajo, Licinio de la Fuente, procedía a la inauguración de las residencias comarcales de Manzanares y Valdepeñas, y, en una visita a Puertollano, ensalzaba la Residencia Santa Bárbara, que había entrado en funcionamiento poco antes.
La Residencia de Puertollano constaba de tres plantas sobre un solar de 66.000 metros cuadrados, con una capacidad de 192 camas y con una inversión de 120 millones de pesetas. Supuso un tremendo salto cuantitativo y cualitativo para la ciudad minera, que antes, a nivel público, contaba con un ambulatorio de 44 camas.
Las residencias Virgen de Altagracia de Manzanares y Gutiérrez Ortega de Valdepeñas, bajo la denominación de institución mixta con la colaboración de congregaciones religiosas, contaban con 46 y 74 camas, respectivamente. Y, del mismo modo que en Ciudad Real y Puertollano, su inauguración supuso el inicio de un antes y un después en la atención sanitaria.
Paralelamente, en este inicio de la década de los 70, se acometían otras infraestructuras sanitarias de relevancia, como un nuevo ambulatorio en Tomelloso, en Almadén y en Alcázar de San Juan. El Instituto Nacional de Previsión indicaba que la inversión en la provincia ascendía a 600 millones de pesetas.
Progresivamente, la Sanidad, que en una medida importante corría a cargo de congregaciones religiosas, se transfería paulatinamente a una gestión directa del Estado, hasta su salida completa con la consolidación definitiva de la democracia y la Sanidad pública universal.
A los recursos del Instituto de Previsión, en la capital había que sumar el Hospital Provincial, a cargo de la Diputación, que el 10 de abril de 1979 dio un paso adelante con la inauguración del hasta hace doce años Hospital Nuestra Señora del Carmen, que continuó funcionando bajo el amparo de la institución provincial hasta 1994, cuando el ya Instituto Nacional de Salud (Insalud) asumió su control, unificando la atención sanitaria de la ciudad y permitiendo ampliar y reorganizar los servicios del Hospital de Alarcos.
Competencias sanitarias
El punto culminante de la Sanidad tal y como se conoce en la actualidad llegó en 2002 con la asunción por parte de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha de las competencias sanitarias. Su primer reto en el cambio del modelo de inversión sanitaria tuvo como epicentro Ciudad Real.
En 1994 el Insalud se comprometió a la construcción de un hospital de nueva planta en la capital. El proyecto de la institución nacional apostaba por un buen centro hospitalario, pero poco ambicioso. El cambio de competencias permitió a la Junta de Comunidades dar la vuelta a este concepto e intensificar su esfuerzo inversor para crear un centro pionero y de referencia en numerosas especialidades. El resultado fue el Hospital General de Ciudad Real, que pocos años después ganaría el honor de Universitario con la llegada de la Facultad de Medicina de la UCLM al campus de Ciudad Real.
En su inauguración en 2005 el Hospital General de Ciudad Real abrió con 540 camas (con capacidad para 812 en sus 410 habitaciones), doce quirófanos, 24 puestos de UCI, 116 locales de consulta y 23 puestos de cirugía mayor ambulatoria. La obra supuso una inversión de 106 millones de euros (61 por parte del Insalud y 45 por el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha), más casi cuarenta millones para equipamiento, sufragados íntegramente por el Sescam. Entre ese equipamiento destacaba el aparataje de alta tecnología para Medicina Nuclear, Radiología o Radioterapia, entre otras muchas especialidades médicas, que vieron en las nuevas instalaciones un lugar en el que crecer, ampliar servicios y avanzar en el desarrollo de nuevas técnicas.
A este icónico hospital se sumaron innumerables obras que vinieron paliar una estructural carencia de recursos asistenciales en la provincia. Numerosos centros de salud y consultorios por toda la geografía de Ciudad Real y, en especial, la apertura del Hospital General de Tomelloso en 2007, así como progresivas ampliaciones de los hospitales ya existentes, como en el Mancha Centro de Alcázar de San Juan, que fue inaugurado en 1994 para sustituir al entonces conocido como el ‘hospitalillo’.
Ahora las cifras en nada se parecen a las de los años 50: casi cuatro millones de consultas médicas anuales en Atención Primaria en la provincia, más de 1,3 millones de consultas en los hospitales de la provincia, unas 300.000 urgencias, unos 60.000 ingresos hospitalarios, más de 50.000 operaciones…
La evolución sanitaria en la provincia, sobre todo desde la asunción de las competencias, ha sido progresiva y ahora el reto debe mantenerse, seguir creciendo y que la Sanidad ciudarrealeña, y por ende la castellano-manchega, sea universal, rápida, segura, innovadora y eficiente.
