Un informe elaborado por acierto.com indica que los casados pagan hasta un 43% menos por su seguro de auto que los solteros, a la vez que «conducen automóviles peores».
Para Acierto.com la explicación es sencilla: “si bien el estado civil no es determinante, de cara a las aseguradoras un conductor soltero suele entrañar más riesgos que uno que está casado y tiene hijos. Se estima que el conductor que lleva a su familia será más prudente que aquel que viaja solo y no tiene responsabilidades”, comentan desde la plataforma. Asimismo, indican que «estamos hablando de personas habitualmente más jóvenes y con menos experiencia al volante que los casados» –lo que se traduce en más riesgo para la aseguradora–.
La antigüedad de los vehículos, determinante
Para Acierto.com también es destacable la antigüedad de los vehículos que conducen unos y otros. En concreto, «las cifras indican que el número de solteros que conducen un autos de más de 15 años de antigüedad es un 20,5% superior que el de sus homólogos casados. Estos últimos conducen autos nuevos en un 10,3% más de los casos».
“Un soltero habitualmente tiene más dificultades para enfrentarse a pagos que en pareja se asumen juntos”, indican desde Acierto.com. “Esto hace que los solteros conduzcan autos más antiguos y, consecuentemente, con más riesgo de avería y de verse envueltos en un accidente de tráfico”. Además, los vehículos antiguos están dotados de menos sistemas de seguridad, lo que «implicaría un desembolso mayor en caso de siniestros con daños personales».
Si se analizan los datos de forma pormenorizada, puede observarse como en el caso de los seguros de auto a terceros y a todo riesgo con franquicia, «los solteros pagan un 33% más que los casados, porcentaje que se ve incrementado hasta el 43% para las pólizas a todo riesgo sin franquicia. De esta manera, de media, los solteros pagan un 34% más de seguro de automóvil que los casados».
Más allá del seguro del coche, estar soltero también sale caro en otros aspectos. De esta manera, según Acierto.com, «los solteros no solo no pueden beneficiarse de determinadas ventajas fiscales sino que pagan más por determinados servicios. Por no hablar de que el pago no se reparte, sino que debe asumirse solo».
Por ejemplo, «se ven obligados a destinar un porcentaje mayor que los casados o emparejados a los paquetes vacacionales, a las habitaciones de hotel, al alquiler de la vivienda y sus consumos, e incluso a la comida del supermercado en algunos casos. Y es que aunque el precio es el mismo para todos los clientes, son muchos los envases que obligan a comprar de más. Con la comida a domicilio y los pedidos mínimos sucede igual. Tampoco pueden disfrutar de ofertas 2×1 en gimnasios o similares».