Plaza de toros de Daimiel. Un tercio de entrada. Novillada con picadores.
Se lidiaron seis novillos de Los Ronceles, bien presentados. Descastados y deslucidos en general, de casi nula entrega en las telas. Menos malos primero y cuarto.
Carlos Aranda en solitario. Oreja, oreja, oreja, oreja, dos orejas y vuelta al ruedo.
Aranda salió a hombros. Saludó tras parear al tercero Curro Robles, y destacó Jorge Fuentes en un gran par al cuarto.
La apuesta que afrontaba ayer sábado Carlos Aranda en la plaza de toros de Daimiel era de valiente, porque tal hay que ser para afrontar una encerrona cuando apenas se torea. Y podemos concluir que el reto salió bien en cuanto a balance de trofeos, pero no tanto en cuanto a sensaciones. Cortó seis orejas y dio una vuelta al ruedo, sí, pero toreo no pudimos ver demasiado. En gran medida debido al escasísimo juego ofrecido por los utreros lidiados de Los Ronceles, faltos de casta brava, fuerza y calidad en sus semiembestidas, aunque el nivel mostrado por el novillero ciudarrealeño tampoco fue para tirar cohetes, desgraciadamente.
En su descargo cabría señalar las pocas oportunidades de torear que ha tenido desde que debutara con picadores allá por el mes de mayo de 2014. Y sin torear es muy difícil progresar.
Recibió a su primero de rodillas a porta gayola, como hiciera su paisano Luis Miguel Vázquez –presente en el callejón de Daimiel- en su encerrona en la misma plaza hace trece años.
Apenas un vistoso quite por faroles en el quinto podemos señalar de su actuación capote en mano, porque tan solo pudo apuntar una verónica notable en los seis recibos que efectuó, mientras que con la muleta hubo momentos aislados de lucimiento, como tres derechazos en el cierre de faena al cuarto, o el torero cierre al quinto. En el resto de sus trasteos hubo tantas ganas, indudables, como desacople a la hora de armonizar embestida y trazo de los muletazos, aquello que algunos llaman temple, y que consiste en acompasar el viaje del toro con las telas en sus distintas fases: cite, embarque, embroque y vaciado. No lo hubo –temple-, y sin embargo sí numerosísimos enganchones que deslucieron las ejecuciones.
Con la espada anduvo decidido, sobresaliendo las buenas estocadas cobradas ante el tercero y el cuarto, en este caso al segundo intento.
Cabe destacar varios brindis especialmente emotivos, como el dedicado a su hermano y mozo de espadas, a su mentor Valentín Cuevas, o al presidente de la Diputación, José Manuel Caballero, presente en un tendido de Sombra.