Un estudio realizado por el Observatorio de Sostenibilidad, titulado ‘Aumento de Temperaturas en España: 1893-2023’, ha revelado que las olas de calor registradas en España en el año 2022 se prolongaron durante 41 días, lo que representa el doble de la media de la última década en el país.
El informe recopila datos sobre la evolución de noches tropicales, ecuatoriales e infernales, así como sobre las olas de calor, y también analiza posibles soluciones para mitigar el impacto de estos fenómenos en el futuro. Asimismo, se precisa que las olas de calor que vive España han sido de “extraordinaria gravedad” desde 2015, por lo que se han convertido “casi en una nueva normalidad”, cuando en el pasado eran fenómenos inusuales.
Con respecto a la duración de este fenómenos, se ha duplicado hasta llegar a los 13,6 días de duración por ola de calor de media, una cifra que solo se había igualado en 2015 cuando el resto de años cesaban en torno a los cinco días.
En el año 2022, se ha observado que la temperatura ha sido otro de los indicadores analizados para evaluar las olas de calor, y los resultados revelan que la máxima anomalía de temperatura registrada en todas las olas de calor anuales fue de 4,5ºC, superando así todos los registros anteriores.
El experto en sostenibilidad y cambio climático del Observatorio de Sostenibilidad, Carlos Alfonso, enfatiza la importancia de considerar las alertas tempranas relacionadas con olas de calor y calor extremo. Además, destaca la relevancia de acceder a información actualizada y real, así como a bases de datos con buenas prácticas y estudios coste-beneficio para evaluar la eficacia de las medidas implementadas.
El informe también advierte sobre el aumento de noches tropicales, en las que las temperaturas no descienden por debajo de los 20ºC, las cuales se han duplicado desde la década de los 80. De manera similar, se ha registrado un aumento en las noches tórridas, caracterizadas por una temperatura mínima de 25ºC.
Además, se está produciendo un fenómeno meteorológico conocido como “noches infernales”, cuando los termómetros no bajan de 30ºC, que se da en ciudades como Melilla, Almería o Jaén.
El observatorio ha vaticinado que la cantidad de noches tropicales, tórridas e infernales irán en aumento al igual que la frecuencia, intensidad y duración de las olas de calor, por lo que, según el informe, “es obligatoria la adaptación al cambio climático y todas las políticas que se realicen deben de tener en cuenta estas evidencias”.
Para llegar a estas conclusiones, se ha recabado documentación a través de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) y de institutos de investigación internacionales como Berkley Earth o la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Recomendaciones ante las olas de calor
Esta adaptación “urge” especialmente en las ciudades, cuyas temperaturas aumentan a mayor velocidad por el fenómeno de la isla de calor, causado por el asfalto, cemento y la falta de circulación del aire lo que puede provocar el aumento de ocho grados centígrados más de temperatura.
De este modo, la doctora en Ciencias Físicas, Iena González, ha advertido de la amenaza que suponen estos datos para la vida humana. “Con estos datos podemos ver que en España la población está sometida a riesgos mucho mayores que hace tan solo unos años debido al aumento de las temperaturas”, ha añadido.
Además, debido a que los resultados continúan al alza, ha manifestado que “se hace cada vez más urgente la creación e implementación de medidas eficaces de adaptación”. González ha alertado que “España es el país de Europa más vulnerable al cambio climático, y sus efectos ya están siendo devastadores”, ha alertado.
Por último, el Observatorio de Sostenibilidad ha realizado una serie de propuestas resolutivas dirigidas a los gobiernos, empresas, organizaciones y sociedad civil para contener la subida térmica de las urbes.
Para ello, propone que cada ciudad diseñe una estrategia de adaptación y mitigación al cambio climático que incluya medidas a “muy corto plazo”, a “corto y medio plazo” y soluciones “que hay que adoptar ya”, como medidas de alerta temprana y comunicación a la población de mayor riesgo, solucionar la pobreza energética, aumentar la cantidad de árboles y agua o la implantación de un millón de tejados solares.