Plaza de toros de Villarrubia de los Ojos. Casi lleno.
Se lidiaron seis toros de Peñajara de Casta Jijona. Con cuajo aunque desiguales en cuanto a presentación de pitones, con varios de ellos escobillados. Descastados, con peligro por su falta de recorrido y actitud defensiva, y sin clase alguna en sus pseudoarrancadas.
Alberto Lamelas: Oreja y oreja.
Fernando Tendero: Oreja y silencio.
Emilio Huertas: Oreja y oreja.
J. C. S. / Ciudad Real
Es muy de agradecer el esfuerzo del ayuntamiento de Villarrubia de los Ojos por organizar por derecho festejos taurinos, pero van ya dos años cosechando resultados artísticos casi nulos por la elección del ganado a lidiar.
Cierto es que la ganadería de Peñajara lleva a gala como “coletilla” en su nombre “de Casta Jijona”, estirpe fundacional radicada en la localidad ciudarrealeña, aunque ya desaparecida. Y es que anclarse en el pasado, en ocasiones, no es aconsejable. Aquellos tiempos “jijones” ya pasaron, y la vacada sevillana no atraviesa por su mejor momento. Además, se contaba con el poco halagüeño antecedente del año pasado y del juego ofrecido por esta ganadería en el San Isidro de esta temporada. Tomen nota, pues, en el consistorio de Villarrubia, y no comentan aquello de no hay dos sin tres. Dicho todo lo anterior, repito, reconociendo el esfuerzo por organizar toros en el pueblo, y de hacerlo cumpliendo con todo el mundo. Pero ya que se hacen las cosas, mejor no repetir desaciertos.
Hablando ya en sí de la corrida, no cabe otra cosa que decir sino que se trató de una infumable corrida de Peñajara la lidiada ayer en la plaza de toros cubierta de Villarrubia de los Ojos. Los ejemplares de José Rufino evidenciaron una estrepitosa falta de acometividad, de casta brava, y nula clase en sus atisbos de arrancadas, que se quedaban no ya en medias arrancadas, sino en un cuarto, por decir algo.
Con estos mimbres los tres toreros actuantes mostraron disposición y actitud, pero poco más, puesto que realizar el toreo moderno con semejantes dechados de podredumbre brava fue imposible.
A Emilio Huertas le correspondió el menos malo de la tarde, lidiado en sexto lugar. El de Peñajara tuvo cierto recorrido aunque nula clase, pegando tornillazos a mitad de camino y sin humillar en ningún momento. Al igual que en su primero, Huertas estuvo firme, muy bien colocado, dejándole la muleta en la cara, tirando de él, e intentando sacar de donde apenas había.
También destacaron las buenas estocadas cobradas por Alberto Lamelas a su primero y la de Fernando Tendero al quinto de la tarde, cobrada al segundo intento.
El palco, extremadamente generoso, intentó paliar otorgando trofeos el balance del festejo, que en lo artístico fue casi nulo, aunque no así en cuanto al esfuerzo realizado por los toreros ante toros de catadura decimonónica.