Una vez más, el novillero ciudarrealeño Emilio Huertas protagonizó una más que interesante actuación en la plaza de toros de Las Ventas. Y por ello, a continuación reproducimos la crónica del festejo que firmó Juan Miguel Núñez, de la agencia EFE, en la que da cuenta de la actuación del novillero de Santa Cruz de Mudela.
Una prometedora actuación del manchego Emilio Huertas, que estuvo a punto de salir a hombros si no es por la espada que se le negó en su primero y por el presidente que no atendió una numerosa petición en el último, fue lo más destacado de la novillada celebrada el pasado domingo en Las Ventas de Madrid.
FICHA DEL FESTEJO.- Tres novillos de Soto de la Fuente, bien presentados, pero blandos y de poca raza, y otros tantos -tercero, cuarto y sexto-, sobreros, de Fuente Rey, en la línea de los anteriores. Lo que sobresalió de la novillada en conjunto fue su presencia, los seis con cuajo de toros. Sin embargo, de escaso juego, exceptuando el tercero, que “se dejó” algo más.
Javier Antón: pinchazo hondo (ovación); y media baja (ovación tras aviso).
Ángel Bravo: pinchazo y estocada tendida y ligeramente atravesada (ovación); y pinchazo, casi entera y descabello (silencio tras aviso).
Emilio Huertas: pinchazo y estocada caída (ovación); y estocada ligeramente atravesada (aviso y vuelta tras petición).
En cuadrillas, los hermanos Ángel y José Otero se desmonteraron tras banderillear al tercero y al sexto, respectivamente, y con ellos compartió aplausos en las dos ocasiones Diego Valladar.
La plaza tuvo menos de un cuarto de entrada.
EL OFICIO Y EL EMPAQUE DE HUERTAS
Festejo sin ambiente. No se explica tan poco público en contraste con lo que hubo en el Certamen de la Oportunidad que tuvo lugar en los domingos de julio, de aforos muy notables, el día que menos más de la mitad de la plaza. A pesar del calor climatológico, hoy, frialdad en el tendido para valorar las evoluciones de los tres novilleros. Y es que el cemento no aplaude.
Para colmo de males, una novillada facilona, noble, pero de escasas fuerzas, sin apenas “transmisión”. Así y todo quedó patente la proyección que apunta Emilio Huertas, que por circunstancias se quedó sin premio, cuando acarició nada menos que la Puerta Grande.
De los tres alternantes, Huertas es el que más placeado está. Conoce el oficio y tiene un sentido del toreo muy puro, sin concesiones.
Su primero “se dejó” mucho, sobre todo por el lado derecho, por donde Huertas ejecutó series de mucha prestancia, limpias y ligadas, la figura muy encajada, en ocasiones “descolgándose” de hombros. Muy seguro, muy quieto, haciendo el toreo con mucha verdad. Hubo también una tanda al natural en ese aire, aunque por el izquierdo tenía el astado menos recorrido. Sin embargo, el fallo a espadas fue determinante para no cortar la oreja.
Algo parecido en el sexto, un novillo bruto y a la defensiva, que terminaría yendo a más, aunque también duraría poco en bueno. Huertas lo cuajó en el toreo a derechas, bajándole la mano, otra vez los muletazos con suma prestancia. El final a modo de arrimón tuvo asimismo cierta usía. Al tardar en doblar el novillo el presidente consideró denegarle la oreja que el público pidió con insistencia.
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