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29 marzo 2024
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      Imagen de archivo del juego de 'Las caras' de Calzada de Calatrava / Vox
      Ricardo Chamorro, Milagros Calahorra y Emilia Martín, hermano mayor de la Flagelación
      • Cofrades y fieles en el templo / J. M. B.
      • LA Virgen del Mayor Dolor / J. M. B.
      • El Cristo estaba preparado /J. M. B.
      • Se realizó el Viacucis en el templo / J. M. B.
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      El presidente de la Diputación -c- con la Hermandad del Ecce Homo (Pilatos)
      Hermanos y fieles lamentan la suspensión / Antonio López
      Armaos en la Ruta de la Pasión Calatrava en Aldea del Rey / Elena Rosa
      Imagen de Nuestro Padre Jesús de la Bondad en su salida de 2023 / J. Jurado
      Hermandad Nuestro Padre Jesús del Perdón Miguelturra
      Los fieles acudieron a orar al Nazareno / Elena Rosa
      El Guardapasos se llenó de fieles este Jueves Santo / Elena Rosa
      La Hermandad de la flagelación tampoco pudo salir en procesión / Elena Rosa
      Hermanas del Silencio que iban a acompañar a la Virgen / J.M. Beldad
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Sánchez e Iglesias, un pulso de cinco meses en el que la desconfianza se impuso a la negociación

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez
Pablo Iglesias y Pedro Sánchez
Lanza / MADRID
La táctica y el intento de descolocar en la negociación ha presidido la relación entre los dos partidos de izquierda

Los líderes del PSOE, Pedro Sánchez, y Unidas Podemos, Pablo Iglesias, han protagonizado en los últimos cinco meses un pulso por la composición del Gobierno marcado por la desconfianza mutua que se profesan y que les ha impedido entablar una negociación sistemática.

A pesar de las repetidas reuniones bilaterales, primero en Moncloa y luego en el Congreso, entre los dos líderes, y los encuentros de los equipos negociadores días antes de la investidura fallida de julio y en dos ocasiones en este mes de septiembre, la negociación ha estado marcada por movimientos de táctica para sorprender y tomar posiciones de ventaja frente al otro.

Desde el inicio de la campaña de las generales de abril, Unidas Podemos justificó su aspiración de entrar en el Gobierno socialista que resultara de los comicios por su desconfianza. Para ellos, el PSOE no es de fiar porque cuando llega al poder no hace lo que promete en campaña. De hecho, frecuentemente señalaron que el PSOE era “muy rojo” en las campañas para luego teñirse de naranja en Moncloa.

De hecho, Iglesias ha señalado en repetidas ocasiones que si bien “el papel” que ambos líderes firmaron para el acuerdo de Presupuestos de 2019 “decía cosas muy bonitas”, al final Pedro Sánchez no cumplió con lo pactado y dejó de desarrollar hasta el 80 por ciento de las medidas pactadas.

Por este motivo, lanzaron una campaña que no se enfocó en superar a los de Sánchez sino en lograr el número de escaños suficiente que les permitiera ser llave para un gobierno socialista y así entrar en el Consejo de Ministros. Para los de Iglesias, que los morados llegaran a la Moncloa era la garantía de que los acuerdos programáticos consensuados con el PSOE se acabarían realizando a lo largo de la Legislatura.

Podemos no se ha movido de esa aspiración inicial y pese a que desde algunos socios como IU, se ha cuestionado la necesidad irrenunciable de entrar en el Gobierno, finalmente el grupo confederal se ha mantenido unido. Iglesias esgrime además que el mandato que ha recibido de las bases del partido le impide apoyar un gobierno monocolor socialista.

LAS DISTINTAS OFERTAS DEL PSOE

El PSOE ha demostrado una mayor flexibilidad porque apostaba por un Gobierno en solitario y llegó a aceptar una fórmula de coalición que incluía una vicepresidencia social para la ‘número dos’ de Unidas Podemos, Irene Montero, y otros tres Ministerios para los morados.

Entre medias, los socialistas también se abrieron a que Podemos propusiera nombres de independientes de reconocido prestigio como ministros y a que los morados ocuparan puestos de responsabilidad en los distintos escalones de la Administración del Estado, pero todas las ofertas recibieron un rotundo no de Iglesias.

Tras la investidura fallida de julio, Sánchez se cerró en banda a volver a explorar la fórmula de la coalición. La cúpula del partido explica que fue en ese momento cuando tuvieron la certeza de que Iglesias aspiraba a sentar a los suyos en el Consejo de Ministros con la intención de dar lugar a “dos gobiernos en uno”, lo que Sánchez ve como un foco de inestabilidad.

Ante el temor de que un Ejecutivo de ese tipo le obligase a adelantar las elecciones en el corto plazo, con él más debilitado y el país posiblemente en una situación más delicada tras concretarse el Brexit y con síntomas de desaceleración económica mundial a las puertas, en la cúpula del partido se piensa que es mejor ir a elecciones ahora que dentro de seis meses o un año.

LA RETIRADA DE IGLESIAS Y LA NEGOCIACIÓN EXPRÉS

A pesar de que Sánchez e Iglesias se reunieron hasta cinco veces desde el pasado 28 abril, no fue hasta pocos días antes de la investidura de julio cuando las cosas parecieron moverse. Aprovechando que Sánchez dijo en una entrevista que el principal escollo para la coalición era Iglesias, éste dio un paso atrás renunciando a sentarse en el Consejo de Ministros. Esto propició que los equipos negociadores de ambas fuerzas se sentasen a dialogar.

Comenzó así una negociación exprés de 48 horas en la que el equipo negociador de Podemos, encabezado por el secretario de Acción de Gobierno, Pablo Echenique, mantuvo contactos presenciales y telefónicos con la delegación del PSOE, liderada por la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo.

En esas conversaciones el PSOE abrió la posibilidad de que los morados entraran en el Gobierno y de hecho llegaron a ofrecerles una vicepresidencia social para Irene Montero y tres ministerios, entre ellos el de Sanidad. Esta propuesta fue rechazada por Podemos dado que consideraban que esos puestos carecían de competencias y de presupuesto.

A pesar de que los morados confiaban en desbloquear este primer encontronazo, el PSOE cerró en ese momento la puerta a la coalición cumpliendo con la advertencia que le había hecho de que no habría segundas oportunidades en septiembre.

Tras el descanso estival de mediados de agosto, Podemos intentó llevar la iniciativa presentando un documento para retomar las negociaciones con el PSOE que incluía hasta cuatro propuestas de gobierno compartido. Los socialistas no tardaron ni unas horas en despreciar la oferta porque tenían claro que debía ser Sánchez quien marcara los tiempos.

Dos semanas después, el presidente en funciones presentaba un programa de gobierno con 370 medidas que los partidos de la oposición criticaron por su aire electoral. El documento, dijeron, estaba abierto a aportaciones de Podemos, pese a que lo elaboraron sin contar con ellos.

Los morados, tras estudiarlo, echaron en falta medidas como la derogación de la Reforma Laboral o que fuera más severo en las medidas enfocadas a ‘pinchar’ la burbuja del precio de los alquileres. Lo cierto es que las posiciones de ambos partidos estaban enfrentadas desde la investidura de julio dado que el PSOE ya no contemplaba una coalición con los morados, y estos se negaban a aceptar un acuerdo que los dejara fuera del Consejo de Ministros.

Pese a ello, ninguno de los dos partidos quería aparecer ante la opinión pública como el responsable de impedir el acuerdo y por eso accedieron a volver a reunir a los equipos negociadores. Un primer encuentro maratoniano de casi cinco horas el pasado 5 de septiembre en el Congreso de los Diputados terminó mal, aunque las dos partes se emplazaron a verse de nuevo e intercambiar documentos.

Los días siguientes a esa reunión discurrieron sin contacto alguno hasta que la vicepresidenta Calvo tomó la iniciativa y llamó a Echenique para proponerle otro nuevo encuentro el día 10 que sirvió, esta vez sí, para que los dos partidos escenificaran la ruptura.

El fin de la negociación quedó constatado un día después en el Pleno del Congreso con las intervenciones de Sánchez e Iglesias, quienes se centraron en culpar al otro de la repetición electoral.

Con todo, desde Podemos lanzaron a finales de semana una nueva alternativa: ensayar un Gobierno de coalición ‘en pruebas’, en el que los ministros morados pudieran ser expulsados tras la aprobación de los Presupuestos si Sánchez estuviera insatisfecho con ellos. Esta salida de Podemos del Gobierno no traería inestabilidad pues Podemos se comprometería a garantizar el sostén parlamentario al gabinete de Sánchez.

El Ejecutivo ha tildado esta propuesta de “absurda y vacía de contenido” y pide a Podemos que asuma la realidad, y es que no existe la mínima confianza para poner en marcha un Gobierno de coalición estable, como explicó este viernes pasado la portavoz, Isabel Celaá, que no aclaró si tras el 10N el PSOE seguiría negándose a compartir el Ejecutivo con Podemos. “No hablemos de futuribles”, zanjó.

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