El pasado 1 de diciembre el ganadero Juan Pedro Domecq abría el ciclo “Los Toros en la Cultura” en el Museo López Villaseñor de Ciudad Real. Durante su intervención el máximo responsable de la ganadería del mismo nombre y de la de Parladé expuso su filosofía sobre la cría del toro de lidia. Los puntales de la misma se asientan en la importancia del manejo del ganado, el cual, según Domecq, puede suponer alrededor del setenta por ciento del posterior comportamiento del toro en la plaza, mientras que el treinta por ciento restante estaría relacionado con la carga genética heredada de sus padres.
Juan Pedro pone en práctica todas estas ideas sobre el toro de lidia en Lo Alvaro, mítica finca sevillana en las cercanía de Castillo de las Guardas, desde la que partieron gran cantidad de vacas y sementales que propiciaron la expansión de esta sangre brava en el último tercio del pasado siglo y que en la actualidad supone aproximadamente el ochenta por ciento de las ganaderías de lidia en España.
Y hasta allí nos desplazamos hace pocas fechas para poder contemplar in situ, -acompañados amablemente del propio Juan Pedro y su mayoral- los ejemplares de Juan Pedro Domecq que este año saltarán a los ruedos españoles.
Entre los dos hierros de la casa hay preparadas quince corridas de toros, que serán lidiadas en plazas de la importancia de Madrid, Sevilla, Valencia, Bilbao, Zaragoza, Málaga, Nimes, Mont de Marsan, Castellón, Gijón o Roquetas de Mar, además de tres novilladas con picadores.
Como nos comenta en propio ganadero, en su caso, después de reducir vacas de vientre en los últimos años, cuenta con más demanda que oferta, es decir, toda su camada está ya comprometida, después de unas temporadas en las que el juego de sus pupilos ha brillado notablemente, sobre todo la gran corrida de Parladé lidiada en San Isidro el año pasado o el anterior.
De los distintos lotes, apartados según trapío, destaca el cerrado en el que se encuentran los toros que serán lidiados en Madrid y Bilbao, cinqueños en su gran mayoría. El principal motivo para esta circunstancia es llevar a Madrid toros que tengan un cuajo adquirido con reposo, que les permita lucir la seriedad que requiere la plaza más importante del mundo, que celebra su feria en mayo, cuando los toros aún no han podido rentabilizar las hierbas de la primavera.
En general de trata de una camada de magníficas hechuras, con los pitones bien colocados, bajos de cruz, y con miradas que prometen embestidas encastadas a las que, un año más, darán réplica las figuras del momento.