lya U.Tpper/ Efe-Estambul
Un terrorista suicida del grupo terrorista Estado Islámico (Dáesh) se hizo explosionar ayer en el corazón turístico de Estambul y mató a 10 turistas, entre ellos ocho alemanes y un peruano, y dejó otros 15 heridos.
Un hombre de 27 años se hizo detonar entre los dos obeliscos históricos en la explanada de Sultanahmet, situada ante la Mezquita Azul, uno de los lugares con más afluencia de turistas de Estambul.
Ocho de los fallecidos son alemanes, confirmaron desde Berlín el ministro de Exteriores germano, Frank-Walter Steinmeier, mientras que su homóloga de Perú, Ana María Sánchez, anunció la muerte de un turista peruano desde Lima.
Entre los 15 heridos hay nueve alemanes, algunos de ellos en estado grave, y una peruana, residente en Estambul, que está hospitalizada con pronóstico leve.
Berlín recomendó a los turistas alemanes en Turquía evitar “provisionalmente” lugares públicos y “atractivos turísticos” en Estambul.
Todas las víctimas mortales son extranjeras, confirmó el primer ministro de Turquía, Ahmet Davutoglu. Por el momento se desconoce la nacionalidad de la décima víctima mortal.
El mandatario turco aclaró que el atentado fue perpetrado por “un miembro del Dáesh de nacionalidad extranjera”.
Horas antes, un portavoz del Gobierno había indicado que el suicida era una persona de origen sirio, nacida en 1988.
Por su parte, la agencia de noticias Dogan, citando a fuentes policiales anónimas, señala que el atacante se llamaba Nabil Fadli y que habría nacido en Arabia Saudí.
“Esto es uno de los ejemplos más bárbaros de las acciones de la organización terrorista Dáesh”, dijo Davutoglu, que comparó el crimen con los recientes ataques de París y otros atentados suicidas perpetrados contra civiles en suelo turco en 2015.
“No es sólo un ataque contra quienes estaban allí sino contra toda Turquía”, subrayó el primer ministro.
Objetivo mortal
También el presidente, Recep Tayyip Erdogan, destacó que el país eurasiático “es el primer objetivo de todas las organizaciones terroristas que actúan en la región porque Turquía lucha contra ellas de forma decidida”.
La potente explosión se escuchó en numerosos barrios de Estambul hasta una distancia de más de 2,5 kilómetros, como pudo comprobar Efe, pero al producirse en una explanada abierta parece que no causó daños en edificios y monumentos.
El atentado ha dejado un profundo impacto en la industria del turismo, ya que numerosas reservas se cancelaron momentos después del atentado, indicó el presidente de la Asociación Sultanahmet de Turismo, Yasar Yavuz.“Hay 7.000 hoteles en esta zona.
Los turistas ahora quieren irse. Ya están buscando billetes (para regresar a sus países). Con esta explosión, el año 2016 ha terminado para nosotros”, lamentó el empresario. La explanada de Sultanahmet, es el lugar con mayor afluencia de turistas de Estambul, ciudad que recibe al año casi 10 millones.