El Ejército de Sudán y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) se han echado la culpa mutuamente por la situación absolutamente crítica en el campamento de desplazados de Zamzam, en Darfur Norte, cuyos 400.000 ocupantes se encuentran ya oficialmente bajo situación de hambruna.
El Fasher, capital de Darfur Norte y capital histórica de Darfur, lleva siendo desde hace meses escenario de una operación de asedio de las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido. La ciudad, defendida por el Ejército sudanés y las milicias del gobernador de Darfur, Minni Minawi, era hasta entonces uno de los últimos refugios para cientos de miles de personas que escapaban del conflicto que estalló en abril de 2023.
Buena parte de ellas acabó en campos de desplazados como el de Zamzam, a 12 kilómetros al sur de El Fasher y escenario ahora mismo de una situación crítica: al menos una de cada cinco personas padece, según el indicador de la FRC, validado por Naciones Unidas, “extrema falta de comida y se enfrenta a la muerte por inanición”.
El Ministerio de Exteriores de Sudán, un organismo en realidad al servicio de los militares del país, ha acusado a las RSF de “propagar el hambre en el campamento de Zamzam como parte de su estrategia de hambruna generalizada”, según un comunicado recogido por el ‘Sudan Tribune’.
Las RSF han contestado con un extenso comunicado publicado en su cuenta de la red social X en el que lamenta “una crisis humanitaria exacerbada por el uso desscarado de hambre como herramienta de terror por parte de las Fuerzas Armadas de Sudán”, a las que acusa de “obstruir la llegada de ayuda humanitaria a Darfur y otras partes del país”.
Como en otras ocasiones, las RSF aseguran que siguen “comprometidas con la idea de facilitar la llegada de ayuda” e insisten en la creación de un “mecanismo supremo conjunto” con Naciones Unidas para facilitar esta tarea.
“Hacemos un llamamiento a Naciones Unidas y a sus organismos para que cumplan con su responsabilidad moral y ética y aceleren el rescate de millones de sudaneses hambrientos”, añade el grupo, antes de asegurar que ya ha recomendado el uso de varios pasos bajo su control “para garantizar el flujo rápido y sin trabas de la ayuda humanitaria a quienes la necesitan con urgencia”.
“Renovamos nuestra propuesta de que se nombre a un coordinador humanitario de Naciones Unidas” en estos territorios bajo control de las RSF — a pesar de que responsables humanitarios consideran que estos lugares siguen siendo enormemente inseguros — “para mejorar la coordinación, la cooperación y la comunicación”, concluyen los paramilitares.
INUNDACIONES EN ZAMZAM
Para terminar de empeorar las cosas, el equipo de investigación humanitario de la escuela de Salud Pública de Yale ha podido verificar a través de imágenes por satélite que ahora mismo el campamento de Zamzam se encuentra inundado por las fuertes lluvias de los últimos días.
Nueve de los 13 puntos de distribución de agua potable están ahora mismo anegados y representan un peligro inminente de una epidemia de cólera en el campo de desplazados más grande del país.
También están inundadas varias letrinas de las instalaciones escolares de Zamzam, así como un refugio para desplazados internos, 44 de las 76 estructuras temporales de acogida. Hay, en general, “inundaciones significativas en todo el campamento de desplazados internos de Zamzam, incluidas las áreas residenciales”.
MSF SE QUEDA SIN AYUDA PARA ATENDER A LOS NIÑOS DESNUTRIDOS
Médicos sin Fronteras (MSF) ha avisado de que la situación es crítica: solo quedan alimentos terapéuticos para tratar a los niños con desnutrición durante dos semanas más y ha tenido que limitar el número de menores que pueden recibir este tratamiento.
MSF acusa a los paramilitares de mantener obstruidos desde hace más de un mes tres camiones de la organización en la localidad de Kabkabiya, imprescindibles para atender a los niños en desnutrición grave. Todos ellos podrían morir dentro de entre tres y seis semanas. La sala de desnutrición grave está sobreocupada al 126 por ciento: muchos niños están ya en estado crítico.
“MSF insta a las partes del conflicto a que permitan que la ayuda humanitaria atraviese las fronteras de Sudán y las líneas del frente. Obstruir o retrasar deliberadamente el transporte de ayuda pone en peligro la vida de miles de niños, que no pueden recibir tratamientos vitales”, concluye la ONG.
