La caída del régimen de Bashar al Assad en Siria como resultado de una ofensiva relámpago por parte de grupos rebeldes y yihadistas, con Hayat Tahrir al Sham (HTS) a la cabeza, ha asestado un nuevo golpe a Irán, que ve cómo su “Eje de Resistencia” contra Israel se sigue debilitando.
“Es otro clavo en el ataúd del ‘Eje de Resistencia de Irán’, que obligará a Teherán a reconsiderar su estrategia de seguridad”, sostiene Danny Citrinowicz experto del Atlantic Council y miembro de su grupo de trabajo sobre Irán, que subraya que en cuestión de semanas ha perdido sus “pilares”.
“Tras el duro revés que Hezbolá sufrió a manos de Israel”, que además de diezmar considerablemente las filas del partido-milicia chií eliminó a su líder durante décadas, Hasán Nasralá, la caída de Al Assad es “un golpe fatal para los esfuerzos de influencia en Oriente Próximo” de Teherán, opina este experto, para quien ambas cosas están interconectadas y la muerte de Nasralá “aceleró el derrocamiento del régimen sirio”.
Con Al Assad fuera de la ecuación, a Irán se le complica el ayudar a la reconstitución de Hezbolá, cuya capacidad de amenazar se ha visto mermada tras la reciente escalada del conflicto en Líbano y que culminó en un acuerdo de alto el fuego entre las partes durante 60 días que, a grandes rasgos, se mantiene.
Las fuerzas contrarias al presidente sirio se habrían hecho con el control de la carretera que une Damasco con Deir Ezzor y que era una vía de comunicación fundamental entre Irán y Hezbolá. Además, Israel aprovechó este domingo los acontecimientos para bombardear el paso fronterizo de Qusair, usado por Hezbolá para introducir armas en Líbano.
“Israel está destruyendo la infraestructura militar iraní en Siria, lo que lastrará los esfuerzos de Hezbolá de reconstituirse en Líbano y por tanto limitará la amenaza iraní sobre Israel”, resume el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés) en su último informe sobre Irán.
Tal y como resalta Citrinowicz, Siria permitía la continuidad territorial de la llamada “media luna chií”, desde Irán a Líbano, puesto que Al Assad pertenecía a la minoría alauí, y confería a Teherán “una profundidad estratégica al tiempo que mantenía alejadas las guerras de sus fronteras”.
Debilidad de Irán
Lo ocurrido en los últimos días en Siria pone de manifiesto “la debilidad de Irán y su capacidad limitada para influir en lo que ocurre en Oriente Próximo sin sus ‘proxy'”, es decir, sus fuerzas de interposición como Hezbolá, incide este experto, que apunta a que Teherán tendrá que encontrar “una solución” que permita seguir disuadiendo a Israel y Estados Unidos “sin un apoyo real de sus ‘proxies'”.
Aunque en opinión de este experto de Atlantic Council Irán muy probablemente optará por reforzar sus capacidades convencionales, tampoco hay que descartar que intente actualizar su estrategia nuclear, “bien avanzando hacia una bomba nuclear o ofreciendo más compromisos significativos a Occidente en la esperanza de llegar a un acuerdo que reduzca el peligro de un ataque externo”.
El hecho de que Teherán no acudiera al rescate de Al Assad podría suponer también “un reconocimiento pragmático por su parte de que no ganaría nada de una intervención, tanto en sus relaciones con los vecinos árabes como con la Administración Trump entrante”, opina por su parte Bronwen Maddox, directora de Chatham House.
Esto genera a su vez “dudas adicionales sobre la fragilidad del régimen en Teherán, aunque su resiliencia e ingenuidad no deberán subestimarse”, previene la directora de este ‘think-tank’ británico.