Desde su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ha vuelto a hacer de los aranceles una de sus principales herramientas de presión económica y política. Su estrategia proteccionista afecta no solo a China, su principal rival comercial, sino también a la Unión Europea y a otros países con los que Estados Unidos mantiene una intensa relación comercial.
Dionisio Ramírez Carrera, profesor del Área de Economía Española e Internacional en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Ciudad Real de la UCLM, señala que «Estados Unidos es, a día de hoy, el mercado objetivo más atractivo del mundo». Con 330 millones de consumidores y un alto poder adquisitivo, este país representa una fuente clave de ingresos para muchas empresas que dependen de sus exportaciones. Sin embargo, la política arancelaria de Trump podría alterar este equilibrio.
Para Ramírez Carrera: “En una guerra de aranceles no ganaría nadie”.
Los aranceles como arma de negociación
El mandatario estadounidense ha utilizado los aranceles como una herramienta disuasoria, amenazando con su imposición para forzar concesiones de sus socios comerciales. «Si no aceptas mis exigencias, te impongo aranceles», explica Ramírez Carrera, que indica que en esta estrategia ya le funcionó en sus primeros días como presidente con Colombia, cuando Trump amenazó con aranceles elevados si el país no aceptaba la repatriación de deportados.
Si bien durante la campaña electoral anunció una subida generalizada de aranceles, por el momento «lo que estamos viendo es que, de momento, con la amenaza de subir los aranceles está siendo suficiente para lograr sus objetivos», comenta el experto.
El arancel del 25% que este lunes ha impuesto al acero y aluminio supone una vuelta a una medida que ya puso en su primer mandato. “Habrá que ver cómo resulta porque en su anterior mandato, Trump impuso un arancel del 20% al acero y aluminio europeo, lo que aumentó la producción estadounidense en 2.200 millones de euros. Sin embargo, los mayores costes del acero local encarecieron la producción de sectores como el automovilístico y los electrodomésticos, reduciendo sus ventas en 3.300 millones de euros”.
El impacto en la relación comercial con China
China es el principal exportador a Estados Unidos, lo que la convierte en la más vulnerable ante una subida arancelaria. «Para China, Estados Unidos es su principal mercado objetivo», señala Ramírez Carrera. En caso de que los aranceles se materialicen, China podría buscar otros destinos para sus productos, y Europa se perfilaría como la opción más viable.
Esta situación podría desencadenar una avalancha de productos chinos en el continente europeo, afectando a sectores como el tecnológico y el manufacturero. «Ya estamos intentando defendernos de los coches eléctricos y de productos de baja gama que llegan sin pagar aranceles por su bajo precio», advierte Ramírez Carrera.
Consecuencias para la Unión Europea y España
Estados Unidos es el principal socio comercial de la Unión Europea, representando el 20% del comercio no intracomunitario. Alemania e Italia son los países más expuestos, mientras que España tiene una dependencia menor, con el 13% de sus exportaciones dirigidas a territorio estadounidense.
Los productos españoles más exportados a Estados Unidos incluyen petróleo refinado, aceite de oliva, vino, medicamentos y productos industriales como turbinas o transformadores eléctricos. «El petróleo refinado, que representa el 10% de nuestras exportaciones a EE.UU., no se vería tan afectado, pero otros productos podrían enfrentar mayores dificultades», explica el economista.
Como referencia, durante el primer mandato de Trump, la imposición de aranceles a productos europeos como el aceite de oliva o el vino no impidió que las exportaciones españolas a EE.UU. aumentaran un 12%. «Las empresas españolas demostraron una gran capacidad de adaptación», destaca Ramírez Carrera.
La respuesta de la Unión Europea y los riesgos de una guerra comercial
Ante esta situación, la Unión Europea podría optar por negociar o, en su defecto, responder con medidas similares. «Si la UE impone aranceles a EE.UU., entraríamos en una guerra comercial en la que perderíamos todos», advierte el profesor.
Un aumento generalizado de aranceles podría afectar la inflación en Europa, encareciendo no solo los productos importados desde EE.UU. y China, sino también los fabricados en la propia región debido a su dependencia de componentes externos. Esto podría traducirse en una menor demanda, freno a la inversión y problemas en el mercado laboral.
Ramírez Carrera destaca que «los efectos de los aranceles serían complicados de gestionar» y que lo más conveniente para Europa sería buscar acuerdos con Trump. Sin embargo, la estrategia del mandatario estadounidense es impredecible. «Parece que Trump es un hombre que se levanta por la mañana y no sabes por dónde va a salir, o a lo mejor lo tiene demasiado claro», ironiza el experto.
Deslocalización industrial
Estados Unidos ha sido históricamente un promotor de la deslocalización industrial, lo que ha mantenido sus aranceles relativamente bajos. Sin embargo, Trump busca renegociar estos niveles para incentivar la producción interna. «Ya hay empresas españolas, como Antolín, de componentes de automóviles, que ha anunciado que creará una fábrica en EEUU, o la bodega Félix Solís, que también apunta a algún movimiento en esa línea», indica Ramírez Carrera, que concreta que sólo las grandes empresas con músculo financiero podrían realizar acciones así, mientras que las pequeñas empresas tendrían problemas y tendrían que ver cómo afrontar los efectos del incremento de los aranceles”.
«Los movimientos proteccionistas pueden tener efectos secundarios no deseados», concluye Ramírez Carrera. «Creo que veremos a un Trump menos beligerante con los aranceles en el futuro. Más que aplicarlos de forma agresiva, los usa como amenaza para atraer inversiones a EE.UU”.