El libro ‘Dinamita, tuercas y mentiras: el atentado de la cafetería Rolando’ rinde homenaje a las 13 víctimas mortales y más de 70 heridas que dejó ETA hace 50 años en su primer atentado indiscriminado, una acción criminal en Madrid que la banda terrorista trató de ocultar culpando a la ultraderecha y a la dictadura franquista.
El atentado perpetrado el 13 de septiembre de 1974 por dos jóvenes franceses, Bernard Oyarzabal y María Lourdes Cristóbal, tenía como objetivo a los policías que acudían a esa cafetería de la calle del Correo de Madrid, cercana a la Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol, actualmente sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid.
Al libro ‘Dinamita, tuercas y mentiras’ (editorial Tecnos) publicado por los historiadores Gaizka Fernández Soldevilla y Ana Escauriaza Escudero, que se presenta este miércoles 11 de septiembre en la Asociación de la Prensa de Madrid, se ha sumado una exposición en el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo en Vitoria, abierta al público hasta el próximo 22 de septiembre.
Además, la Fundación Víctimas del Terrorismo ha impulsado junto a la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid la exposición ‘Cincuenta imágenes para la memoria’, que se inaugura este 9 de septiembre en la Real Casa de Postas.
ETA evitó reconocer la autoría
El libro ‘Dinamita, tuercas y mentiras’ pretende que las víctimas, incluyendo el único policía que falleció, aunque dos años después como consecuencia de la explosión, no caigan en el olvido de un atentado encuadrado en la estrategia de ETA durante los últimos años del franquismo, antes de la ley de amnistía y la aprobación de la Constitución de 1978 que dio inicio a la actual democracia.
El atentado de Rolando fue la primera acción terrorista de ETA en un lugar público contra la población civil, ya que hasta entonces había optado por asesinatos individuales como el de los policías José Antonio Pardines y Melitón Manzanas o el presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco.
Hasta su disolución en 2018, ETA evitó reconocer la autoría de este atentado, en el que los terroristas usaron dinamita goma 2E-C junto con mil tuercas para que la explosión, con el efecto metralla, causara el mayor daño posible en el comedor de Rolando, que –según apuntan los autores del libro– “debido a su ubicación céntrica, al servicio profesional y a sus precios moderados, atraía a una clientela abundante y plural”.
Los autores del libro también recuerdan que el nacionalismo radical, parte de la oposición e incluso figuras de prestigio internacional contribuyeron a difundir las teorías de la conspiración sobre lo ocurrido en la calle del Correo, dentro de un análisis que incluye la respuesta represiva del régimen de Franco, la instrucción judicial y el posterior cisma de ETA.
Eva Forest y la red de apoyo a ETA
El libro se detiene en este punto en el papel de Eva Forest, clave en la red de apoyo de ETA en Madrid. Esta activista de extrema izquierda casada con el escritor Alfonso Sastre fue la que proporcionó la infraestructura necesaria para perpetrar la masacre.
“Era imposible que Eva Forest, ‘Tanque’ –José María Arruabarrena–, el frente militar de ETA, Bernard Oyarzabal y María Lourdes Cristóbal no supieran de qué tipo de establecimiento se trataba”, continúan sobre la cafetería Rolando, para terciar: “buscaban causar una carnicería”.
Precisamente la detención de uno de los implicados en el atentado, ‘Tanque’, fue la antesala de la acción criminal en Rolando, “un acto de represalia de ETA tras una serie de exitosas actuaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado” en 1974, justo cuando la organización terrorista libraba una pugna interna por el poder en el que el frente militar quería mantener el mando.