Querido bebé:
Soy mamá.
-«¡M-A-M-Á!»-
Aún lo digo en alto y me tiembla la voz a la vez que se me empañan los ojos.
Existes dentro de mí desde hace unas semanas, lo que antes era un tiempo insignificante para mí, un parpadeo, ahora parece una eternidad, porque has cambiado la dimensión de mi tiempo.
Antes de ti mil proyectos se alborotaban en mi cabeza pidiéndose permiso para realizarse primero, con el trasfondo de un sueño por cumplir que teñía todo de nostalgia.
De repente, ese sueño se materializó, se hizo palpable y se posicionó en primer plano por delante de todos, sin importar cómo y cuándo serán llevados a cabo. Ese sueño, eres TÚ.
Siempre tuve miedo de no poder hacerte realidad. Pero tú apareciste despejando cualquier duda, haciéndome confiar en mi cuerpo y mi destino.
Nada puede hacerme más feliz, plena y agradecida por haber cambiado, tiempo atrás, el rumbo de mi vida. Todo fue necesario para ponerte en mi camino.
Me pregunto cómo será tu cara, tu pelo, tus ojos. Cómo sonará tu llanto y tu risa, cómo olerá tu piel.
Has sacado a escena la parte de mí que siempre se preparó para su mejor obra, ahora me toca SER completamente, y puedo SERLO contigo.
¡Tengo tanto amor para darte!
¡Tengo los ojos y las manos llenos de ganas de verte y tocarte!
Los latidos que sientes y la voz que tiernamente te habla, lucharán por ti hasta el día en que se apaguen.
Tú, has decidido venir a vivir esta mágica experiencia llamada VIDA, eligiéndonos a papá y a mí como puerta de entrada y acompañantes en tus primeros pasos.
El mundo al que vienes no es un jardín de rosas, pero prometemos ayudarte a encontrar tu felicidad y a ver el sol cada mañana.
Te queremos, bebé, ya queda menos para vernos.
Te esperamos aquí…al otro lado de la piel.