En 2018 el Gobierno de Castilla-La Mancha reconoció justamente la aportación de Alfonso González Calero en Almud Ediciones de Castilla-La Mancha, puesta en marcha veinte años antes como prolongación de la mítica revista ‘Añil, cuadernos de Castilla-La Mancha’. En las distintas colecciones de la editorial y en las muchas obras coordinadas por el propio Alfonso, están los textos esenciales de investigación y divulgación que han contribuido desde una óptica regional, al conocimiento de nuestra comunidad autónoma, de nuestras ciudades, pueblos y comarcas”. La mirada regional que Alfonso ha sabido ver mejor que nadie. La región tendrá siempre una deuda con su visión tan abierta, dialogante, pensando siempre en su progreso social, cultural y económico. Su inmenso proyecto ha puesto las bases y sigue aportando nuevos recursos para conocer con más nitidez la actual identidad de una región que aún sigue buscándose a sí misma. En las páginas de Almud Ediciones hay muchas respuestas a los interrogantes sobre las bases culturales de la Castilla-La Mancha de ayer y de hoy.
Hoy, en Ciudad Real, las principales instituciones académicas de la región, con el Centro de Estudios de la Universidad de Castilla-La Mancha a la cabeza y la necesaria iniciativa “Litterae”, rinden un homenaje a Almud Ediciones y su principal valedor, Alfonso, quien ha caminado en permanente sintonía con sus numerosos amigos y colaboradores. Cuando escribo estas palabras pienso que es posible que Alfonso no se sienta cómodo con su lectura por su natural modestia, sin embargo, no quería dejar pasar la ocasión, pues considero que de manera unánime y en nombre de todas las personas a las que interesa la cultura regional, puedo agradecer sinceramente a Alfonso González-Calero todo lo que ha hecho por y para la cultura de Castilla-La Mancha.
Aunque su labor está lejos de terminar y los que le conocemos sentiríamos muy extraño un homenaje a alguien que cada día sigue al pie del cañón como el primero. Con un trabajo callado lleno de autenticidad sigue cada semana regalándonos una selección de obras y recursos bibliográficos regionales, que bien podrían ser impulsados por alguna institución regional: Libros y Nombres de Castilla-La Mancha (el último Año XII; 469 entrega. 20 de marzo de 2021). Con una inmensa generosidad, pone los estudios y la investigación sobre una región joven como Castilla-La Mancha en un lugar visible respecto a las grandes urbes que canibalizan la poca cultura regional que queda en nuestros pueblos, y donde los jóvenes quieren viajar porque en la región no hay actividad cultural.
Gracias a Alfonso, jóvenes como el que escribe pudieron soñar un futuro mejor en Castilla-La Mancha y tener siempre la esperanza en encontrar frutos en los papeles y las historias de nuestra tierra. Para él, ningún proyecto, por complejo que pudiera parecer quedaba al margen de sus intereses y de las libretas donde con una letra casi ilegible apunta ideas, nombres, libros y sueños. He acompañado a Alfonso en cientos de presentaciones donde siempre se ha destacado su apuesta por la cultura regional, y siempre ha tenido la mano tendida a cualquier iniciativa que quisiera recuperar los valores históricos de una región que huérfana ha tenido en Alfonso González Calero un divulgador fundamental y necesario.
Su defensa de la cultura castellano-manchega ha sido mucho más de dar que de pedir. Ha facilitado conexiones, redes, personas y dinamizado grupos con sus acciones y conocimientos. El mapa que Alfonso ha dibujado y en su mente es riquísimo a nivel sociológico y a nivel literario, puesto al servicio de Gobiernos de todos los colores, de premios nacionales y también jóvenes estudiantes con todo por aprender. Su carácter cercano, afable y optimista han permitido que Almud sea y siga siendo el espacio de todos los que aman y sienten Castilla-La Mancha.
Desde que se constituyó como comunidad autónoma tal y como la conocemos hoy, es Alfonso quien ha puesto en orden como editor y gestor del patrimonio regional bibliográfico pero también apoyando el desarrollo de iniciativas de economía creativa e industria cultural. Gracias a sus madrugones y miles de kilómetros por la región, hoy tenemos más claro lo que es Castilla-La Mancha desde un punto de vista humanístico, o lo que no es y las carencias de la región. Son necesarias muchas más personas como Alfonso que, por poner un ejemplo sencillo se ha atrevido a poner en cuatro tomos la historia cultural de la región desde el siglo XVIII al XIX, con la presentación de un número sobre la Cultura en Castilla-La Mancha en el siglo XIX hace poco más de un año en uno de los últimos actos antes del cierre total, el pasado 14 de febrero de 2020 en la Casa Regional de Castilla-La Mancha en Madrid.
Recuerdo con alegría su etapa en la Biblioteca Regional de Castilla-La Mancha, con su buen amigo Juan Sánchez, donde ambos hacían malabarismos con el presupuesto y diseñaban programas europeos para potenciar la lectura entre los jóvenes u organizaban ciclos de conferencias y exposiciones interesantísimas sobre la región. En ese momento hubo un Centro Cultural Regional en la Región, el papel de Alfonso fue determinante y solo hay que mirar las hemerotecas y la gran cantidad de actos y actividades que pusieron en marcha.
Estoy seguro de que este texto no es del agrado de Alfonso, que no gusta de reconocimientos públicos. Siento que es una obligación recordar aquí un caso que conozco bien, el mío propio, cuando allá por el año 2005 me puse en contacto con el correo electrónico que aparecía en los créditos de Añil. Cuadernos de Castilla-La Mancha y Alfonso me atendió al otro lado del teléfono con una voz llena de esperanza y seguridad en que investigar y conocer Castilla-La Mancha merecía la pena. Esa voz está hoy más vigente que nunca, abierto a nuevos proyectos e iniciativas iniciativas como una enciclopedia de Castilla-La Mancha virtual, a las que exige pocos medios y una infinita ilusión, un entusiasmo ilimitado y raro en estos tiempos.
Un ejemplo de su inconmensurable ilusión es la llamada que recibí más de quince años después, ayer mísmo proponiéndome iniciar un flamante proyecto y recuperar a la filósofa de Almagro María Camporredondo, conocida por llevar a buen puerto en el siglo XVIII la utópica tarea de poner en seguidillas la filosofía aristotélica, para que fueran comprendidas especialmente por mujeres y niños. Pervive el espíritu de esa mujer en nuestro querido Alfonso, sin cuyo empeño no hubieran visto la luz obras como el Diccionario de Pensadores de Castilla-La Mancha, que me ayudó a concebir y que fuera el inicio de una colección de referencias regionales que desgraciadamente se truncó, y donde ya aparecía Camporredondo como una de las pocas mujeres pensadoras de la región, cuestión la de las mujeres que también es digna de mención con la excelente labor nacional e internacional que ha realizado Biblioteca Añil Feminista, bajo la dirección de su compañera.

La tarea de la almagreña que Alfonso quiere recuperar en Almud parecía de otro mundo, como la suya que, tres siglos después, sigue abierto a nuevos proyectos editoriales nada rentables pero muy necesarios para hacer región, llenos de venturas y desventuras. Alfonso sigue reforzando los cimientos de la identidad cultural regional y sus derivaciones. Desafortunadamente no siempre sus proyectos han recibido el apoyo de las administraciones o los recursos, ni siquiera la comprensión, cuando Alfonso no ha pedido nunca dinero, sino voluntad y confianza. Aún hay tiempo de escuchar sus propuestas y su visión paradigmática y pionera de la cultura regional. Alfonso ha hecho aquí lo que muchos Gobiernos autonómicos gestionan ya en sus territorios, eso multiplica sus mérito y la justicia de reconocer su tarea.
En definitiva, si Almud Ediciones de Castilla La Mancha es el corpus más completo de textos sobre Castilla-La Mancha, Alfonso González-Calero es el alma generosa que lo ha hecho posible, con el que toda la cultura de la región estarán siempre en deuda.
Es justo que en este 2021 cuando las Naciones Unidas lo han declarado año internacional de la economía creativa para el desarrollo sostenible y en la ciudad que lo vio nacer se reconoce justamente su papel protagonista en que Castilla-La Mancha pueda tener un proyecto cultural a la altura de los tiempos. Muchas gracias Alfonso.