Copio a continuación algunos “Avisos” que él da como consejos para avanzar por el camino de la virtud o, mejor aún, por los caminos que conducen a la unión con Dios, al descubrimiento del amor más verdadero y definitivo:
“Procurar siempre inclinarse no a lo más fácil, sino a lo más dificultoso.
No a lo más sabroso, sino a lo más desabrido; no a lo más gustoso, sino a lo que no da gusto.
No inclinarse a lo que es descanso, sino a lo más trabajoso.
No a lo que es consuelo, sino a lo que no es consuelo; no a lo más, sino a lo menos.
No a lo más alto y precioso, sino a lo más bajo y despreciado.
No a lo que es querer algo, sino a lo que no es querer nada.
No andar buscando lo mejor de las cosas, sino lo peor, y traer desnudez y vacío y pobreza por Jesucristo de cuanto hay en el mundo”.
En una primera lectura, estas palabras producen rechazo en nosotros, aunque dejan de fondo una inquietud que nos atrae con su belleza. Cuando se leen más despacio, cuando se contrastan con la propia vida y sus paradojas; cuando somos capaces de ir al fondo del mensaje y nos atrevemos a mirar la realidad con un poco de perspectiva, descubrimos toda su sabiduría y verdad.
También otros autores, y no solo místicos, han descubierto parecidas claves para afrontar el apasionane camino de la vida. El gran poeta Rainer María Rilke, escribiendo a un aprendiz de poeta, le aconseja, entre otras cosas, que es necesario “atenerse a lo difícil”:
“La gente (con ayuda de convenciones) lo ha disuelto todo hacia lo fácil, y hacia el lado más fácil de lo fácil; pero está claro que nosotros debemos mantenernos en lo difícil… que algo sea difícil debe ser una razón más para que lo hagamos. También amar es bueno, pues el amor es difícil… La convención social ha sabido crear escapes de toda especie, pues, estando inclinada a tomar la vida amorosa como una diversión, debía también darle forma fácil, barata, sin peligro y segura, como son las diversiones públicas”.
Es casi imposible no pensar en nuestra sociedad al escuchar estas palabras, sobre todo en estos días de verano y festividades que llenan nuestros pueblos de diversión subencionada, alcohol, noche, superficialidad y desencanto.
También Jesús de Nazaret habló de la vida como un camino difícil y esforzado que educa nuestra voluntad: “Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición; y son muchos lo que entran por ella. En cambio, ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida! Y qué pocos son los que lo encuentran”.
¿Quién se atreve hoy a escuchar siquiera estas palabras? Este domingo serán pronunciadas en nuestras asambleas creyentes: ¿seremos capaces de acogerlas con hondura y seriedad, con sencillez y libertad? ¿Hablarán de ellas nuestros sacerdotes para ayudarnos a acertar en el camino de la vida según las sendas de la sabiduría, según la voluntad de Jesús de Nazaret? ¿Se las recordarán los padres a los hijos cuando se atrevan a educarlos de verdad?
¿Tendremos tiempo exterior y quietud interior para poder guardarlas unos instantes en el corazón y dejar que interroguen nuestro camino?
En un mundo que nos acostumbra a lo fácil, algunos están llamados a ser “profetas de lo difícil” para abrir caminos nuevos que nos traigan sabiduría y esperanza.