El callejón de Polis parte III
“Melocotón en almíbar.”
Ese mismo año, a principios del mes de octubre, el grupo tenía ganas de seguir con la andadura. El éxito cosechado con la anterior representación nos dio impulso y nos pusimos a trabajar de nuevo. Seleccionamos para su ensayo, puesta a punto y posterior representación la obra: «Melocotón en alminar» de Miguel Mihura.
Como contábamos con una cierta, aunque humilde experiencia, comenzamos leyendo y releyendo la obra, para conocerla en profundidad.
Sinopsis Melocotón en Almíbar de Miguel Mihura:
Cinco atracadores, tras haber desvalijado una joyería en Burgos, se refugian en un piso alquilado en Madrid. Cuando Cosme, uno de ellos presenta síntomas de lo que en principio parece un resfriado y termina mostrándose como una pulmonía, esconden las joyas en una maceta y avisan a la dueña de la vivienda, Doña Pilar, para que avise a un hospital. En el sanatorio, ante la falta de enfermeras, envían a una monja, Sor María, para que atienda al enfermo. Sor María, comienza a hacer preguntas de difícil respuesta para los atracadores, por lo que terminan abandonando apresuradamente el lugar, dejando el botín en su escondite.

En el capítulo anterior hice referencia al nombre que le dimos al grupo, en el que retomamos la figura literaria que abarcaba la siguiente frase: “ni somos todos los que estamos (en ese momento), ni están todos los que son (o van a ser en un futuro).
Lo siguiente que nos planteamos fue abrir el grupo para dar la posibilidad de participar a gente nueva. Es cierto que gran parte de los que contribuyeron a la primera representación, por diferentes circunstancias, no participarían en esta ocasión, y consideramos conveniente incluir a nueva gente para completar el grupo. Tras pensar y consensuar los diferentes candidatos, se les planteo y aceptaron su incorporación.
Del anterior grupo, tan solo repitieron su participación Segundo García y su hermana Puri, que, aunque antes estaba en el equipo técnico, se mostró interesada esta vez en subir al escenario y pisar “las tablas”. Incorporándose igualmente al equipo técnico Tomas Padilla en luminotecnia e iluminación; al igual que Pilar Plaza que fue la encargada del atrezo, también ella nos aporto parte del mobiliario esta vez, que como se verá posteriormente el tresillo que tanto gustó, pues también tuvo que hacer unos cuantos viajes y kilómetros.
Tras unos meses de ensayos, preparativos y montaje de la obra, estábamos listos para su representación.
Elegimos las fechas del 15 y 16 de abril de 1.981, coincidiendo con Semana Santa. Consideramos factible hacer dos representaciones en días consecutivos, con el fin de dar más posibilidades al público para asistir.
También suponíamos que el primer día de la representación influiría, y el boca a boca animaría a quién no hubiera asistido a estar presente en la segunda representación.
El público no nos decepcionó y respondió con lleno total en ambas funciones.
A principios del mes de abril elegimos el espacio cubierto que necesitamos, fue los salones de Apolinar Ruiz, pero esta vez el salón de invierno, que contaba con la ventaja de tener escenario y sillas para albergar al público, ya que servían para dar cabida a los bailes de Santa Escolástica.
Apolinar, con mucho gusto, nos brindó todo su apoyo.
Como dije en el capítulo anterior, llegó el momento: nervios fuera, luces, acción…
¡Se abre el telón, comienza la función!

Dentro de estas jornadas, el miércoles y jueves se dedicaron a la representación de la obra, y el sábado 18, contamos nuevamente con el grupo de Corral como invitado, sus componentes no dudaron en aceptar la invitación. En este caso representaron “La casa de Bernarda Alba”, obra de Federico García Lorca.
Las funciones de ambas agrupaciones, que como he comentado se dieron en los días festivos de Semana Santa, para llegar a un número más amplio de espectadores, funcionaron muy bien y fueron de gran satisfacción para el público que nos acompañó.
Como anécdota comentar que Felisa García, intérprete del grupo teatral de Corral, resulto ser también paisana nuestra al contraer matrimonio con José Antonio Plaza.
Posteriormente a estas funciones, el grupo teatral siguió su andadura. Fue entonces cuando entablamos conversaciones con otro grupo que ya estaba funcionando en Picón. El grupo disponía, para sus ensayos y representaciones, de un local ubicado en los antiguos graneros del Sempa, que al estar en desuso, al igual que los de Alcolea, se les dio una nueva función. Nos pidieron que colaborásemos con ellos y, para ello, representamos nuestra obra en las fiestas que se celebran a primero de Mayo en honor a la Santa Cruz.
También resultó, en cierta medida, una forma de devolver lo que a nosotros se nos había brindado y dado por el grupo de Corral, ponernos a disposición de ellos. Uno de sus componentes era, el entonces jovencísimo, Sebastián Aparicio, persona, posteriormente, muy vinculada con nuestra localidad.
Igualmente, se nos requirió por parte del concejal de cultura del Ayuntamiento de Miguelturra, para representar la citada obra, y allí estuvimos presentes en fechas cercanas a los carnavales del siguiente año. En esta ocasión, nos recompensaron económicamente por ello, así, se pudo sufragar los gastos de desplazamiento y costear la invitación de alguna fiestecilla posterior.
A estas cuatro representaciones se unió otra, la que hicimos en él mes de agosto con motivo de las fiestas patronales de San Roque, y en atención al regreso de la gente del pueblo que se encontraba ausente, para ello, aprovechamos el escenario que se montaba en la plaza. Con esta quinta representación se puso el punto final de la citada obra.
Posteriormente, y por razones de trabajo, me tuve que ausentar del pueblo en el mes de julio para seguir con mi andadura profesional, como dejo constancia en el siguiente documento:

Profesión en la que he ocupado todo el tiempo de mi vida activa , que se inició el día 1 de agosto de 1.974 hasta la fecha de mi jubilación. También, tuve la oportunidad de trabajar algunos veranos en mi época de estudiante en Fuenterrabía (Guipúzcoa) y en Manresa (Barcelona).
Posteriormente, el grupo realizó la puesta en escena de algunas obras más, por lo que se incorporó gente nueva para suplir la ausencia de aquellos que tuvimos que marcharnos. El relato de estas ya no me corresponde.
Por ello, «No éramos todos los que estamos, ni los que posteriormente seríamos”.
Para terminar este relato, quiero pediros que cuando leáis estas líneas, recordéis a los que ya no están entre nosotros:
Jesús Miguel Cabañas, que realizo el papel de Mariano en Una noche de primavera sin sueño, principal protagonista en la obra junto a Paula Plaza. Julián Coca, que hizo de Cosme (el nene) en Melocotón en almíbar.
Felisa García, que interpretó a María Josefa en La casa de Bernarda Alba. Sofía García, componente del equipo técnico, y fiel acompañante en todos los ensayos.
Paula María Carretero, hija de Paula Plaza, que aunque no representó ningún papel en la citada obra, por su corta edad, fue fiel acompañante de su madre en las largas sesiones de ensayo.




