Existe un dicho muy extendido entre los agricultores de nuestra tierra que reza así: “Cuando marzo mayea, mayo marcea”. Responde este refrán de manera muy gráfica a lo que en agricultura se denomina “inversión en las temperaturas” fenómeno climatológico que no sienta nada bien a los cultivos. Marzo tradicionalmente es un mes muy peligroso para la agricultura de nuestra zona porque el que viento seca todo lo que ya ha nacido y además durante algunos días se dan temperaturas demasiado altas para esa época del año.
Los cultivos que no saben de meses sino de subidas y bajadas del termómetro empiezan a animar sus tallos y hojas; abril que afortunadamente siempre trae días de lluvia, fundamentales para los cultivos, termina por jalear esa alegría. Después viene mayo con la rebaja de alguna helada tardía como sucedió este año en el primer día del mes más florido y es que como todos los seres vivos, las plantas solamente se empeñan en caminar hacia delante.
Pero en general, este año la cosa va como debe, marzo ha “marceado” como es su deber, no ha hecho calor y el campo presenta hoy un aspecto prometedor en los cultivos, amén de una bonita estampa. Estamos a mediados de mayo; las lluvias caídas en abril hacen que el campo ofrezca un color verde vivo; el cereal a punto de espigar agradecido como pocas cosas puedan serlo se alza altivo y homogéneo. Este año y aunque nunca llueve a gusto de todos, la climatología camina hacia adelante. Luego vendrán momentos en los que se ponga precio a los frutos, pero eso es ya otro postrero y desagradable cantar, mucho me temo.
Pero el campo es generoso y ofrece su belleza a todos aquellos que quieran visitarlo. Pasear por él tiene un enorme poder relajante y un efecto sanador de esas toxinas que el asfalto y las noticias nos traen en grandes cantidades a diario. Las Lagunas de Ruidera, romería impresionante de personas admirando sus preciosas acuarelas naturales, las Tablas de Daimiel siguiendo el curso del Guadiana desde el Puente de Hierro. Agua, agua y agua, una pura bendición. Bosques de tarayes que silenciosos observan a los sorprendidos visitantes. La Tabla de la Murciana en Arroba, El Estrecho de las Hoces en La Puebla, el Boquerón del Estena,…
Sinfonía de agua verde
Después de contemplar esa sinfonía de agua y verde los corazones y las hormonas empiezan a latir con otra cadencia. Ahora será la segunda quincena de mayo la que acabe de pincelar este precioso cuadro de corrientes y arroyos vivos, de laderas y valles cubiertos de vegetación, de cepas preñadas de capullos que pronto serán flor. Una primavera en la que los hijos del otoño crecen fuertes y robustos, alegres y frondosos. El blanco y gris del invierno ha dado paso a otros colores más cálidos, acogedores y variados. En el campo aparece hoy un inmenso manto verde de esperanza, que falta nos está haciendo.