Esta Navidad necesitamos celebrar y compartir la alegría de nuestra experiencia de amar a las demás personas y de sentirnos amados por ellas. Más allá de las palabras y de los buenos deseos, necesitamos compartir nuestro talante, nuestra forma de ser y de estar con los demás, con los que conocemos y con los que aparentemente nos importan menos.
A punto de cerrar el año, no lo terminamos mejor de lo que lo empezamos, y parece desolador. Nuevos focos de guerra y de desplazamientos forzosos nos llenan de angustia y las imágenes de miles de seres humanos sufriendo impotentes, nos sobrepasan. El reloj del cambio climático parece haber comenzado una marcha atrás sin retorno en la que se pone de manifiesto la desbocada intervención humana sobre la naturaleza en los últimos siglos, como expresa el Papa Francisco en su última Exortación apostólica “Laudate deum”.
En Cáritas sabemos bien de qué hablamos y de quiénes hablamos. Estas personas forman parte de los diferentes proyectos y programas que Cáritas ha ido poniendo en marcha en la diócesis para estar cerca, acompañar y cuidar a cientos de personas, de familias, que necesitan nuevas oportunidades para mejorar sus vidas, para salir del vacío que supone la falta de un empleo, o para proyectar la vida en un hogar a pesar de lo difícil o casi imposible que supone acceder a una vivienda.
Esta Navidad convivirán las luces que vemos, la alegría, la fiesta, las ganas de celebrar esa necesidad de esperanza y de luz que todas las personas necesitamos para vivir. Y junto a todo, también estará esa Navidad que sentimos lejana y que nos cuesta ver, aquella que permanece oculta tras esas luces brillantes que nos deslumbran y nos impiden ver las sombras de la pobreza y la soledad en muchos hogares, las sombras de los que buscan un lugar, una tierra, una casa para ser y vivir; las sombras que ocultan los sueños de paz y de convivencia en tantos lugares del planeta.
Es la Navidad que nos deja ver el reciente informe de Análisis y Perspectivas de la fundación Foessa, “Ingresos y gastos: una ecuación que condiciona nuestra calidad de vida”, en el que se muestra cómo el índice de ingresos y gastos y su desproporción, determina el acceso a bienes de primera necesidad como los alimentos o la vivienda, tan imprescindibles para vivir una vida con dignidad.
En este tiempo de Adviento y Navidad tenemos la oportunidad de volver a nacer con Jesús y tratar de ser las personas que estamos llamadas a ser, a pesar de ser frágiles y vulnerables, somos capaces de hacer cosas grandes y hermosas para mejorar la vida de las personas que tenemos a nuestro alrededor.
Una Navidad con un nuevo propósito
Vivamos esta Navidad de forma distinta, revisemos nuestra fe, nuestra actitud ante la vida, nuestra forma de pensar, de reaccionar y de sentir, y demos el paso para nacer de nuevo con Jesús.
No podemos dejar que se nos nuble la mirada con el miedo, la pereza, la indiferencia o la resignación ante las cosas que ocurren en el mundo y en nuestra realidad más cercana. Llega el tiempo de Dios en el que busca hacerse de nuevo presente para sorprendernos y descolocarnos, para llamar a nuestra puerta y entrar en nuestra casa.
Contempla el mundo con los ojos de Dios. Pon la mirada en acción
El lema de la campaña “Esta Navidad, tú tienes mucho que ver. Somos Oportunidad. Somos esperanza”, nos recuerda que todos tenemos mucho que ver en las oportunidades que otras personas pueden tener. Lo que hagamos o dejemos de hacer, lo que podamos aportar puede dar vida, aliviar la soledad, sanar el alma, hacer que otros y otras sientan que la vida brota nueva en ellas.
Nuestra tarea no consiste solamente en cubrir necesidades de los otros, sino en descubrir todas las posibilidades de vida nueva que cada persona llevamos dentro, y esto se convierte en esperanza.
Esta Navidad nos gustaría pedir que seamos capaces de abrir los ojos
Abrir los ojos y mirar a esa otra Navidad que casi se nos hace invisible de tan cercana y conocida, la de quienes se van a dormir soñando con una vida digna, la de quienes piden como deseo una oportunidad para salir de la pobreza y la exclusión, la de quienes se ven obligados a emprender un camino incierto para buscar un futuro mejor.
En estos días en que celebramos y recordamos el nacimiento del Hijo de Dios, nos reafirmamos en nuestra historia de servicio y compromiso con las más personas más frágiles y vulnerables. Convencidos de que el Amor es el motor que nos impulsa a ponernos en el lugar del otro.
Terminamos la presentación con la invitación que hace Cáritas a vivir este tiempo de Navidad con una mirada nueva que dialoga y comprende, que se compadece y se llena de ternura, que invita a tejer encuentros y gestos sencillos que aporten alegría, descanso y esperanza a quien lo recibe. Una mirada que sale del corazón y ofrece la ilusión de una nueva vida.