Estimada ministra y portavoz del Gobierno:
Ante todo quiero decirle que siempre me pareció usted una mujer de gran viveza en su mirada y expresión, dos cualidades que sin duda favorecen mucho a la hora de trasmitir lo que alguien piensa. Son cualidades innatas y por tanto ni se pueden aprender ni abandonar. Quizá ello le haya valido para llegar a ser ministra y portavoz del Gobierno de España pues este papel, el de portavoz, requiere desenvoltura ante los medios y una imagen gratificante para la ciudadanía. Todo esto usted lo tiene, algo, insisto, muy importante en esta época donde el aspecto físico resulta ser de un valor casi definitivo.
Es de suponer que su designación como ministra, y además portavoz, tuvo que producirle una enorme satisfacción, como a cualquiera, pues supuso un salto cualitativo en su carrera política. La ilusión por desempeñar un cargo de tan alta responsabilidad vendría también acompañada por un gran agradecimiento hacia quien la nombró.
Pues bien, decirle que esa ilusión y agradecimiento, señora portavoz, suelen salir a flote con demasiada frecuencia en sus comparecencias ante los medios y la ciudadanía. Ya ha sido multada por utilizar ese foro de manera inadecuada, no sé si de manera consciente o llevada, reitero, de ese agradecimiento a quien la puso en este lugar. Aparecer acompañada de otros ministros o ministras, erigiéndose en líder del momento, debe producir un regusto sicológico para el que hay que estar muy preparada.
Ayer mismo pudimos escuchar otra de sus afirmaciones que malsonaron a cualquier demócrata; con ese desparpajo que en estos casos ya no es virtud sino irresponsabilidad, calificó a Aznar de golpista a raíz de lo que dijera el expresidente del Gobierno respecto a la amnistía y la deriva que el asunto catalán estaba tomando. Unas declaraciones realizadas dentro de la libertad de opinión que ustedes tanto siempre han defendido. Y dentro también de unos hechos para nada inventados, sino que constituyen un repaso a la política que ustedes están llevando a cabo. Ignorar esto es de personas o muy viscerales o ciegas políticamente con la realidad.
Señora Rodríguez, entiendo su agradecimiento y entrega sin reservas al dictado de Pedro Sánchez. Pero lo que muchos no sólo no entendemos sino que censuramos de manera grave, es la actitud de un presidente sumido en una deriva muy peligrosa para la unidad nacional. No creo que nadie ignore que Puigdemont no desea que Cataluña sea considerada región peculiar y distinta dentro del Estado español, sino una nación independiente. Puigdemont, éste es el verdadero y único golpista. No intente enfollonar la verdad, entre otras cosas porque va en detrimento de su propia credibilidad. Hágame caso.
Atentamente