Idiotas sin corazón, estúpidos sofisticados, ignorantes sabelotodo, payasos sin gracia, embusteros orgullosos, narcisistas humildes, peseteros generosos. Exuberantes, nos contorneamos abrazando las peores contradicciones. Aquellas que son tan simples como irrelevantes.
La introspección ha muerto. Los sentidos, también. Pero la vida sigue. Con suerte, se arregla.