Cuando la dictadura de Fulgencio Batista fue derrocada por la revolución en 1959, Cuba se abría a una nueva etapa de su historia con la meta de alcanzar una república en plena democracia. El líder de la revolución, Fidel Castro, asume la dirección del país y de su ejército y se aferra al poder con un único partido comunista de una ideología marxista-leninista. Después del triunfo de la revolución, unos optaron por el exilio y otros por sacar adelante el nuevo proyecto. La generación que contribuyó al triunfo de la revolución y a la consolidación de la Cuba comunista, participó en diferentes proyectos como el establecimiento de bases y reactores nucleares, apuestas económicas dependientes de la Unión Soviética y del bloque socialista o el desarrollo de iniciativas personales del presidente que llevaron al país a crisis políticas, económicas y sociales como la invasión de bahía de cochinos, la participación en las guerras de Angola y Etiopía, la zafra de los diez millones y las crisis migratoria del Mariel y los balseros. Algunos de esa generación continúan en el poder mientras otros fueron relegados, abandonados y olvidados. Muchos de ellos comparten desavenencias con el gobierno actual y reconocen la frustración y fracaso del proyecto, pero aún así les cuesta alzar la voz contra la dictadura del gobierno cubano.
Luego viene la generación que, nacida poco antes o en los primeros años de la revolución, es la que recibe lo mejor de ella. Aunque sufrieron sanciones y prohibiciones y protagonizaron protestas como el “maleconazo” de 1994, fueron educados y enseñados a pensar para sacar adelante diferentes proyectos exitosos como la industria farmacéutica y biotecnológica. Pero pronto les retiraron el derecho a pensar y les impusieron las políticas y represiones de la dictadura. Ello obligó a muchos al exilio y llevó al fracaso de esos proyectos. Es la generación de la frustración y la última que, creyendo en la posibilidad de construir una Cuba mejor y libre, terminó sufriendo para poder visitar su propio país por las sanciones y limitaciones impuestas por el gobierno.
Lo peor llega después. Las generaciones nacidas a partir de finales de los años 80 se enfrentan a la crisis desatada por la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética y el bloque socialista. Ellos no han tenido ninguna ventaja y sólo han recibido lo peor de la dictadura, y sin previsiones de futuro. El exilio y el turismo se convirtieron en la nueva apuesta del gobierno por conseguir y monopolizar recursos para seguir en el poder a cambio de llevar a la población a la miseria económica y social. Esa es la generación que ahora protagoniza la mayor manifestación social jamás vivida en la Cuba postrevolucionaria para reclamar la libertad de expresión y el derecho a una vida digna y en democracia. El gobierno responde con más represión, persecución y encarcelación de los cubanos que piensan diferente a ellos y ahogando a los muchos que quieren usar su talento para construir un país donde todos tengan un espacio para convivir.
Estamos enfrentados a más de 60 de años de historia que respaldan que el gobierno cubano es una dictadura. Los cubanos necesitan el apoyo de todos los países democráticos reconociendo que el gobierno es una dictadura y que está promoviendo el enfrentamiento entre cubanos para perpetuarse en el poder con una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes. La culpa de todo no la tiene el embargo impuesto por los Estados Unidos de América desde 1962 y que ha servido al gobierno cubano como “ave expiatoria” para justificar su fracaso y política hostil y represora. El embargo no ayuda y el gobierno demócrata de Joe Biden debe plantarse la posibilidad de finalmente aplicar la política del “abrazo mortal” para levantar el embargo y obligar así al gobierno cubano a reconocer su fracaso y promover el cambio en la isla.
España tiene muchos años de historia con Cuba y una deuda social y política con el pueblo cubano. Desde que Colón se tropezó con las Antillas en 1492 y llegó la colonización del país, hasta la guerra de independencia y la proclamación de la república en 1902, los españoles junto con los esclavos africanos traídos al país fueron las poblaciones con más presencia en Cuba. También fue Cuba uno de los destinos predilectos de la emigración española durante la guerra civil y la segunda guerra mundial. Muchos cubanos tienen lazos de sangre con España y muchos ciudadanos españoles viven en Cuba. Por eso, y más allá de los intereses económicos, pedimos al gobierno español que lidere un movimiento en la Unión Europea y a nivel mundial para enfrentar al gobierno cubano a la realidad de ser una dictadura y apoyar a los cubanos para promover una transición pacífica hacia unas elecciones libres y democráticas.
Los gobiernos de España, Estados Unidos y otros países deben unirse para reconocer que el gobierno cubano es una dictadura y brindar su apoyo una transición democrática y pacífica. Hay que reclamar unas elecciones libres y donde distintas organizaciones y asociaciones puedan presentarse con proyectos para construir la Cuba libre, democrática y sostenible que todos queremos. Los artistas están teniendo un protagonismo esencial en este proceso, y muchos cubanos dentro y fuera de Cuba respaldan sus propuestas y reclamaciones. Necesitamos que todas las generaciones de cubanos con apoyo internacional sean como hermanos unidos para hacer de Cuba un país mejor y democrático.
Ahora nos toca otra pregunta, ¿Cómo empezar a escribir la historia para hacer de Cuba un país libre y democrático?
*José de la Fuente fue director de I+D del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de La Habana, Cuba. Actualmente es profesor de investigación en el IREC (CSIC – Universidad de Castilla La Mancha) y profesor adjunto en la Universidad Estatal de Oklahoma, EEUU.