“…Más hermosa que la luna,
más que fuente de cristal
eres tú, Estrella fúlgida,
la madre de nuestro hogar…”
(Mariano Mondéjar Soto, de su poema “Estrella fúlgida”).
“Mira cómo tintinean las campanillas”, le dirá la madre al hijo, o el esposo a la esposa, o el abuelo al nieto, o el novio a la amada; “fíjate cómo se le mueven los pendientes”, “ya baja la Virgen”,… no se puede contener la emoción, se clavan nuestros ojos en los de la Señora, afloran las lágrimas, se salpican de cantos las plegarias,… y todo ésto ocurrirá en Miguelturra en este último domingo del mes de agosto,… y olerá, un año más, a inminente fiesta,… y como cada año, cuando la mañana casi acabe de hacerse tarde, comenzará a descender -sin prisa, pero sin pausa- desde su camarín nuestra Excelsa Patrona -de los nacidos y de los residentes en el lugar-, la Santísima Virgen de La Estrella.
Y como ocurre a finales del octavo mes de cada año, cuando ya está casi “a la vuelta de la esquina” el día de su Natividad -el ocho de septiembre-, la Madre se acerca aún más a los hijos, y los miguelturreños, cual hijos amantes de nuestra Patrona, de La Estrella, Madre, como escribió en su momento y desde hace décadas cantamos en su himno, el sacerdote hijo del pueblo y buen amigo de quien suscribe, Mariano Mondéjar Soto, acudiremos a Ella para contarle nuestros problemas; para pedirle la luz y el calor de sus rayos; para rogarle que nunca deje de ser nuestra Reina y Madre, a la que con fe aclamamos triunfal los “churriegos”; para,… parafraseando tus versos con tú permiso, Mariano, para pedirle que siga despertando emociones, que siga enamorándonos no solamente con su rostro, sino con su forma de amar, de ser, con su fidelidad y su disponibilidad,… qué, como tú dices, Mariano, cuando nos llegue a cada uno el momento, nos conceda vernos en la eternidad.
¡Feliz día de la bajada de la Santísima Virgen de La Estrella!