Pronto volvió a la Universidad Complutense, donde se doctoró y fue profesor. Posteriormente, desde su primer cargo en la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación (1982-85) no solo apoyó la necesaria y difícil puesta en funcionamiento de la Universidad regional, sino que además tuvo claro que entre las cuatro primeras Facultades, dos de ellas debían ser consecuencia del Colegio Universitario: la Facultad de Ciencias Químicas y la Facultad de Letras.
Si Alfredo fue nuestro apoyo externo, desde dentro, José María Barreda Fontes, que fue profesor de Historia Contemporánea del Colegio Universitario, también durante dos cursos (1981-83), desde su cargo de Consejero de Educación y Cultura (1983-87), diseñó la estructura de la nueva Universidad. Recuerdo la reunión celebrada en Toledo con participación de universitarios y distintos representantes de la sociedad donde me solicitó que preparara un informe geodemográfico de la región, en él la provincia de Ciudad Real resultaba claramente merecedora de las nuevas atribuciones universitarias, por la importancia de su población y por la brillante actividad académica desarrollada.
Ambos retornaron a la docencia, tras desempeñar importantes cargos en la política nacional y regional que son de todos conocidos. Ahora el profesor Barreda vuelve a las aulas de la Facultad de Letras para seguir impartiendo Historia Contemporánea.
1.- La evolución del Colegio Universitario de Ciudad Real
El Colegio Universitario había comenzado a funcionar en enero de 1974, el llamado “año juliano” debido a un inefable ministro franquista que quiso experimentar con las universidades comenzar el curso coincidiendo con el año. El Centro nacía adscrito a la Universidad Complutense de Madrid (UCM), siendo gobernador civil y presidente del Patronato del Colegio Andrés Villalobos. El Centro se estructuró académicamente en tres divisiones: Ciencias Químicas, Filología y Geografía e Historia.
Un sello muy especial se lo daría el que fuera primer director del Colegio Universitario, Manuel Gil Esteve (1973-77), profesor agregado, y posteriormente, catedrático de Filología Italiana de la UCM. Nuestro Colegio se iba a convertir en una isla en medio de un oasis, donde imperaría el respeto mutuo basado en la libertad, la tolerancia ante los que piensan distinto y la defensa a ultranza de las propias convicciones, inaugurando fórmulas democráticas de convivencia, como se recordaba en el libro homenaje tras su fallecimiento en 2013.
A la rigurosa selección del profesorado, que obtenía la venia docendi de la UCM, se unió el incremento de plantilla a partir de octubre de 1975, pues se había alcanzado el tercer curso y aumentado el número de asignaturas optativas. Dos fueron los temas centrales tratados y concluidos en el Claustro: el primero, el Reglamento de Régimen Interno, y el segundo, transformar en 1974, sobre el plano, el edificio que la Caja Rural quería dedicar a Residencia Universitaria o Colegio Mayor, para que finalmente cumpliera las funciones de sede del Colegio Universitario.
La extensión universitaria hizo que el Centro fuera teniendo más presencia en la ciudad y en la provincia, pero la libertad interna no coincidía con el contexto provincial, motivo por el que fue cesado el director en el verano de 1977, cuando llegaba la democracia a España. En las primeras Asambleas Estatales de Colegios Universitarios, el de Ciudad Real siempre estuvo a la vanguardia, por su buen funcionamiento y decentes contratos del profesorado, esta situación se correspondía con el importante impacto que tuvo desde sus inicios en la provincia de Ciudad Real.
La demanda del nuevo edificio, pues la primera piedra se había puesto en abril, originó una masiva manifestación el 20 de diciembre de 1977, en la que participaron estudiantes, profesores y gran número de fuerzas sociales bajo la creencia de que sería la “base insustituible de una futura Universidad”. El edificio, propiedad de la Caja Rural, fue encargado al arquitecto José Luis Burgos, e inaugurado el 9 de septiembre de 1979. La entidad responsable del Colegio Universitario había pasado en 1978 del Gobierno Civil a la Diputación Provincial.
Cuando se puso en funcionamiento el Estado de las Autonomías, el presidente de la Diputación, Francisco Javier Martín del Burgo solicitó al Rectorado de la Universidad Complutense que el director del Colegio fuera un profesor doctor, elegido por el Claustro, propuesta que fue aceptada. Como consecuencia de este cambio de rumbo en la dirección, me vi convertido en director en noviembre de 1983. Iba a ser mi primer gran reto, pues nunca había ostentado ningún cargo académico ni de dirección. El compromiso consistía en entender dos mundos diferentes: el de las Letras y el de las Ciencias Químicas. Lo importante era ser equilibrado en las inversiones, poniendo en primer lugar el gasto en biblioteca, sin olvidar el Chemical Abstracts y en laboratorios, para el que había que comprar ratones, entre otras cosas.
Con la puesta en funcionamiento de la Universidad de Castilla-La Mancha, el Colegio primero se adscribió (2-IV-1985) y posteriormente se integró (19-IX-1985), concluyendo nuestra vinculación con la Universidad Complutense de Madrid, de la que siempre recibimos un trato exquisito. En su último año de funcionamiento, la plantilla docente la integraban 37 profesores y 523 alumnos.
Cuando ya había desaparecido el Colegio Universitario, organizamos, en colaboración con el rector Luis Arroyo, el XX Aniversario de su fundación, para ello contamos con la presencia de su primer director. Los primeros alumnos dejaron constancia de sus opiniones en el Lanza: “El nivel de debate era brillante, pero sobre todo por los profesores que teníamos”, según afirmación de José Luis Loarce.
2.-La Universidad de Castilla-La Mancha y su Facultad de Letras
Los primeros responsables del Gobierno de la UCLM fueron los dos presidentes de la Comisión Gestora: Javier Cárdenas y Chavarri e Isidro Ramos Salavert, a este último todos le llamábamos “Rector”. En 1988 se convocaron las primeras elecciones a Rector, siendo elegido Luis Arroyo Zapatero, que permaneció en el cargo hasta 2003, siendo él quien diseñó la configuración académica de la nueva Universidad. Las ciudades en las que están instalados sus cuatro campus son: Ciudad Real, sede del Rectorado, Albacete, Cuenca y Toledo. A ellos se añaden las localidades de Almadén (Ciudad Real) y de Talavera de la Reina (Toledo). Una experiencia que recuerdo con agrado fue la creación de sus símbolos: el escudo y el logotipo.
Pasé de decano fundador o comisario de la Facultad de Letras a decano electo, cargo que desempeñé durante diez años, hasta comienzos de 1996. El trabajo a realizar se centró en hacer presente la Facultad en la provincia y en la región, desarrollar una buena distribución de los presupuestos especialmente los dedicados a fondos bibliográficos y emprender dos reformas de planes de estudios.
Desde el profesorado y los departamentos se generó una importante actividad de extensión universitaria. Los estudiantes se preocupaban de obtener beneficios para su anual viaje de estudios o “paso del Ecuador”, pues posiblemente era su principal reivindicación, siempre es un placer reencontrarse con ellos. Del Personal de Administración y Servicios guardamos un recuerdo muy entrañable por su fidelidad y entrega, pues sabemos que vivieron unos años importantes en su vida.
El viejo edificio lo estuvimos compartiendo con los compañeros de Ciencias Químicas, logrando una auténtica convivencia universitaria que se manifestaba especialmente en la cafetería-restaurante. Siempre estará en la menoría de muchas personas la fiesta del carnaval “del Uni”, que luego pasó a la carpa municipal, pues aunque no era apoyada por los compañeros de Químicas, la aceptaban, pues ellos organizaban su “marcha etílica” con motivo de la fiesta de San Alberto Magno. Respecto al nuevo edificio de la Facultad de Letras, construido por Fernández Alba, pudimos colaborar en su distribución, siendo inaugurado posteriormente a lo largo de 1996.
3.-La necesaria planificación urbana del Campus
Nuestro Campus está necesitado de una planificación urbana que le dé unidad y visibilidad, siempre que lo posibilite el equilibrio presupuestario. Cuenta con el Rectorado de la Universidad, instalado en el antiguo Hospicio de Lorenzana de finales del siglo XVIII, es la única institución regional que registra nuestra capital. Se encuentra conformado por una serie de edificios de buena calidad que se organizan en tres espacios separados, por este motivo sería muy conveniente su urbanización y ajardinamiento, así como: eliminar construcciones obsoletas, convertir las residencias universitarias en colegios mayores, ordenar la circulación de vehículos de paso, trasformar la primera ronda en bulevar, etc.
El Campus Universitario o la Ciudad Universitaria debe ser un espacio importante de recepción de alumnos, un espacio vivido permanentemente y atractivo para aquellos alumnos preuniversitarios que optan por marchar a otros lugares, buscando carreras iguales o similares a las existentes. Este esfuerzo debe ser máximo, pues la provincia comienza a detectar síntomas de despoblación y la capital sufre desde 2012 un crecimiento negativo en su demografía.
