A todas las víctimas de ETA con
el máximo respeto y consolación.
Es tan probable que ocurra así que deberíamos esforzarnos en dibujar un boceto de rasgos humanos de la gran tragedia ocurrida entre 1968 y el 2010: 850 muertos, 16.000 heridos y unas 42.000 personas amenazadas, según Javier Rivas en El País. Boceto que sirva al menos para nuestra propia consideración.
Las víctimas indiscutibles son los muertos y los heridos cuyos proyectos de vida se vieron truncados inesperadamente sin posibilidad de vuelta atrás: unos por azar, otros por intentar enderezar a los terroristas, otros por su responsabilidad con el Estado (militares y fuerzas de seguridad, funcionarios, servidores de la carrera judicial, etc…) y otros por desempeñar cargos políticos de forma no aceptable para los asesinos.
Este artículo pretende recordar a algunos de los cuales se ha hablado poco, porque no interesaba o porque sus allegados han sido discretos. A sus familiares no les hubiera servido de consuelo que los recordaran los medios de comunicación, ni que se celebraran aniversarios, porque su dolor fue tan profundo que no podía emerger de la intimidad. Aquellos jóvenes (ellos y ellas) guardias civiles o policías: castellanos, manchegos, extremeños o andaluces, muertos en actos de servicio, a los que no les iba ni les venía el país vasco, que se jugaron la vida allí, no pueden englobarse anónimamente en el cortejo de los asesinados famosos. Sus padres, familiares y novios merecen un reconocimiento ciudadano sincero y multitudinario en el que homenajeemos sus nombres.
Es comprensible que siendo tantas las víctimas no se pueda citar continuamente los nombres de todos, pero se observa cierta propensión a citar siempre a varones por lo que es necesario que al menos las mujeres citemos a mujeres. Estas son algunas:
María Dolores González Catarain –YOYES- fue asesinada en 1986 a tiros en la plaza de Ordicia cuando participaba en unas fiestas populares con su hijo de 3 años. Tenía 32 años y había sido fundadora de ETA desde los 17. Intentó convencer a los dirigentes de la urgencia de cambiar de procedimientos y defender sus posiciones por la vía política. Se exilió a México y al no tener cuentas pendientes con la justicia ni con ETA volvió y este fue el resultado. El mismo que le aconteció a PERTUR hecho desaparecer en una emboscada, citado para “negociar” el cambio de ETA hacia la política.
MAITE TORRANO FRANCIA, de 37 años fue asesinada en 1987 en el atentado contra la Casa del Pueblo de Portugalete. Estaba asomada a la ventana cuando vio venir un explosivo lanzado contra los cristales. Tuvo tiempo de gritar a un compañero que se retirara lo que le salvó la vida, pero a ella no.
CARMEN TAGLE GONZÁLEZ, fiscal. Asesinada con 45 años en 1989 cuando se disponía a entrar en el garaje de su domicilio. Nunca llevó escolta, trabajó en asuntos conjuntos con el juez Garzón y le correspondieron los juicios de los etarras más sanguinarios, nunca simplificó los interrogatorios ni se dejó intimidar por las amenazas de los enjuiciados.
Un orgullo para las mujeres son IRENE VILLA GONZALEZ y su madre MARIA JESUS, víctimas del atentado sufrido en Madrid en el que perdieron las piernas y sufrieron heridas importantes de las que se han repuesto con ánimo y disposición admirables.
Sería justo que se conocieran mejor las consecuencias de los atentados a las Casas Cuartel de la Guardia Civil, el Hipercor, etc. esos atentados colectivos que se suelen liquidar con una línea de información, en los que fueron injustamente asesinados tantos españoles de bien. No los olvidamos.