Fue cuando te asomaste por el filo de la cortina, te ví, y no paré de reír.
¡No! Fue cuando caíste, junto al umbral de un viejo portón, con una lágrima partiendo tu rostro y manando luego de mis ojos.
¡Espera! Fue cuando danzabas sin descanso y tu mirada me abrazaba de tal manera, que sentí bailar a tu lado.
¿Pero qué digo? Es cuando, cada domingo camino hacia ti, jugando con mis hijas. Cuando dibujamos sonrisas al contemplar tu magia.
¡Lo sé! Será cuando me cueste caminar y al fin te oiga desde el tablado.
“Agora sabes, Ricardo,
que es la comedia un espejo
en que el necio, el sabio, el viejo,
el mozo, el fuerte, el gallardo,
el rey, el gobernador,
la doncella, la casada,
siendo al ejemplo escuchada
de la vida y del honor,
retrata nuestras costumbres,
o livianas o severas,
mezclando burlas y veras,
donaires y pesadumbres.”
Fueron, son y serán, teatro mío, todos los días tus días, porque no me canso de haberme enamorado de ti.
Y mañana te seguiremos celebrando, pero aún más importante; te mostraremos a la ciudad, nuestra ciudad. La de todas, la de todos. Feliz día Mundial del Teatro.