Mientras la economía crece, aunque unos avancen a mayor velocidad que otros, el problema de la desigualdad social se diluye. Con las crisis, la desigualdad plantea su cara más cruda: repercute, fundamentalmente, en los grupos sociales más débiles. Las personas más vulnerables son los niños. La infancia es la edad de la vida donde se generan las bases de lo que seremos.
La ONU fijó el Día Universal del Niño el 20 de noviembre, una fecha dedicada para llamar la atención sobre la situación de los niños más desfavorecidos, dar a conocer los derechos de la infancia y concienciar de la importancia de trabajar día a día por su bienestar y desarrollo, incidiendo en su derecho a ser protegidos frente a ciertas clases de conducta (abandono, malos tratos, explotación), en su derecho a acceder a ciertos beneficios y servicios (educación, atención sanitaria, seguridad social) y en su derecho a realizar ciertas actividades y a participar en ellas (juegos, ocio, etc.).
Y pese a ello, las estadísticas indican que casi 400 millones de niños viven en la pobreza extrema, 300 millones no están escolarizados y casi 6 millones, menores de cinco años, mueren al año por causas que podían haberse prevenido. UNICEF calcula que 250 millones de niños y niñas del mundo son víctimas invisibles y silenciosas del trabajo infantil, el 70% en condiciones peligrosas.
Riesgo de pobreza de casi un 30%
En España, nuestros niños son actualmente el colectivo más vulnerable al riesgo de pobreza y exclusión social. La infancia española alcanza una tasa de riesgo de pobreza de casi un 30% según el INE – sólo superada por Rumania en la UE -. Para UNICEF, ser un niño pobre en España o estar bajo el estigma de la exclusión social, que viene a ser lo mismo, significa tener muchas más posibilidades de estar malnutrido; tener dificultades para afrontar los gastos derivados de la educación; tener más posibilidades de abandonar los estudios; habitar una vivienda en la que no existen espacios adecuados para el estudio o la intimidad y en la que el frío o las humedades pueden deteriorar el estado de salud, o tener problemas para pagar algunos tratamientos médicos y acceder a prestaciones no contempladas en la sanidad pública.
Las instituciones públicas, y también las privadas, tienen la obligación de actuar contra la pobreza infantil y la exclusión para proteger sus derechos presentes y para garantizar su futuro. Esta actuación se justifica por sí misma, por ser personas y por ser más vulnerables, no como una inversión mercantilista a largo plazo.
Certamen de buenas prácticas
Por ello, desde el Ayuntamiento de Ciudad Real, gobernado por el PSOE se están poniendo los medios para eludir esta situación. En el año 2016, nuestro Ayuntamiento fue galardonado en el VIII Certamen de Buenas Prácticas del Programa “Ciudades Amigas de la Infancia”, que viene a avalar su compromiso con los derechos de la infancia y de la adolescencia.
Actualmente, se está desarrollando el II Plan local a favor de la infancia y de la adolescencia 2018-2022, dirigido a un grupo de edad que significa el 20% del total de la población del municipio y que se lleva a cabo coordinadamente con el conjunto de concejalías bajo una serie de principios, tales como: el interés superior del niño, la no discriminación del menor, el derecho a la vida y al desarrollo pleno de sus capacidades, el derecho a la educación, el derecho a la salud y a su prevención, así como la participación activa en la vida municipal.
Para que todos los niños puedan ser niños. Para que puedan decir: “cuando sea mayor, quiero ser…”, desde el Ayuntamiento de Ciudad Real se está trabajando para evitar que la exclusión social y la pobreza infantil arraigue en nuestro entorno; porque para el equipo de gobierno, liderado por Pilar Zamora, las personas son lo primero.
