La luz del otoño dora las hojas de los árboles y permite que vayamos hilando el compromiso que tenemos con la poesía y la luz pulida que nos regala. «Quien dice sombra» y «Las Travesías» son los árboles que, gracias a la palabra poética de Federico Gallego Ripoll, el gran vate, laureado en tantas ocasiones, de Manzanares, nos hace imperecederos en este otoño de la pandemia universal.
Libros que nos han llegado unidos a unas letras viajeras que nos permiten ir hojeando dos poemarios realmente importantes por lo que dicen y hablan; poemarios que, igual que las hojas de los árboles, nos susurran el latido del corazón, para que, internamente, nos vayamos edificando con el espíritu que da principio a la memoria.
En cuanto a dichos, ambos libros, desde su inicio, se contabilizan a través de la transparencia de la poesía para vivir, sentir y cantar; y denunciar lo anodino y lo cotidiano.
Digamos que, en «Quien dice sombra», premio “Villa del Libro 2015”, fundación Jorge Guillén de la Diputación de Valladolid, el poeta se adentra en la realidad de lo acostumbrado para magnificar el sentimiento que nos conforma y ahorma como visitadores de la vida, espectadores de lo que debiéramos ir moldeando para mejorarlo. Hay sonidos que no descansan nunca:/ los electrones en los flexos,/ el óxido en el grifo,/ el crepitar del borde de la sombra/ de los cedros ardiendo estupefactos,/ la mañana en los charcos delante de la cárcel,/ las articulaciones de los grandes puentes,/la fiebre, la desidia,/el balbuceo de los extrarradios/, la sed.
Quizá el contacto con lo áspero nos debe volver a la realidad que somos. La palabra poética como forma de comprender una realidad que debía ser idealidad y que Gallego Ripoll muestra como si fuera una señal de luz, arriba de la esperanza, y lo hace a través de palabras encendidas y luminosas: Con frecuencia la luz, cansada y sin aliento, volvía de su propio amanecer/ con las medias caídas; aún traía los pies llenos de barro/ de andar por la maleza/ de los barrios extremos sin farolas/. Porque Aurora es cada crimen para la noche insomne.
Y es que el acto de escribir conlleva un proceso de individualización que, en Gallego Ripoll, se perfecciona y lo lleva a exponer este presente ausente de compromiso con el ser humano y la sociedad; y lo hace más allá de la superficie lunar que nos rodea. Y es la esperanza a través de la poesía o de la palabra o, de la luz no usada, que ya nos dijera fray Luis de León, el que nos eleva por encima de la noche oscura que también dijera, magistralmente, Juan de la Cruz.
Asimismo, el libro titulado «Las Travesías», VI Premio de Poesía “Juana Castro” (2019), del Ayuntamiento de Villanueva de Córdoba, nos adentra, con igual esperanza, en la música de la memoria, para ir componiendo lo que somos y lo que debemos ser por medio de una visión cósmica y real al mismo tiempo, donde la palabra que muestra lo mínimo se hace extensa y cuantifica y califica el poemario.
Poesía donde nada, sino vaciarme, es caminar. Poesía que alienta el deseo de ir uniendo presencias: despiertan los poetas/ con el primer quebranto de luz en los cristales;/ de su aventura vuelven renovados/ en la piedad del alba/ que arrulla en claridad el gesto/ lúcido de vivir. Y es como si el todo que nos rodea fuera esta claridad de la palabra poética y de la vida comprometida y verdadera, la solidez que ansiamos para flotar el Amor a contraviento.
Descansemos, pues, nuestros sentimientos en la lectura de la poesía (hoy, tristemente, tan poco valorada), vayamos a buscar la raíz limpia de la vida en lo poético; y hagámoslo por medio de esta invitación que nos hace Federico Gallego, y donde una lluvia de lirismo nos adentra en el corazón del humanismo cercano y solidario.
Y es en la suma o firma de este compromiso, limpio y veraz, que el excelente poeta manzanareño me ha enviado, cuando lo armónico se adentra y concentra, a través de la poesía, en un nosotros. Renovado por la luz que sostiene la infinitud del tiempo y de los naufragios, alentando útilmente la esencia de este puñado de barro que somos, perfecto en su imperfección.
Entré en tu cuerpo y el mar se oía fuera. Y es como el otoño anunciando ya la primavera.
Enhorabuena, pues, al poeta por estos emocionados y líricos libros, y que la poesía nos siga acompañando.