En toda Europa, pero en especial en España, desde hace muchos años, algunos políticos, pensadores y analistas, vienen tratando de concienciar a la sociedad sobre la necesidad de una “Educación en Civismo y Democracia”. La razón es muy sencilla, y que toda inteligencia honesta puede detectar: una enorme desafección política, comportamientos y actitudes de indiferencia por los problemas de la colectividad, a parte de corrupción, intolerancia, violencia dialéctica, polarización, xenofobia o fundamentalismo; así como una falta de sensibilidad hacia los más vulnerables.
Es un virus que se extiende por toda Europa y que vemos todos los días a nuestro alrededor. La juventud en especial, no es consciente de que esta inercia puede llevarnos a situaciones que ya considerábamos pasadas. José Luis Sampedro insiste mucho en que a los jóvenes no hay que decirles lo que tienen que pensar, pero sí que piensen. Una juventud que no piensa, está condenada a ser presa de los movimientos involucionistas, negacionistas, y retrógrados. Es de extrema necesidad que los jóvenes tengan muy presente que lo que tienen hoy, no ha caído del cielo.
Hay que ganárselo. Es un trabajo colectivo. Y es un derecho, una necesidad, que los dirigentes no pueden usurparlo. A principios de este siglo, una tendencia ideológica intentó, con poco éxito, introducir en los planes de estudio una asignatura de “Educación para la Ciudadanía”, además de plantear la formación cívica como materia transversal en todas las asignaturas. El fracaso de aquel intento, por la negación de ciertos sectores sociológicos, a introducir formación cívica en la Educación, ha transmitido una apatía por volver a intentarlo.
El Estado, por boca de su Gobierno, tiene la obligación política y social de concienciar a la sociedad de que si queremos mantener la democracia, hay que defenderla, practicarla, y ser educado para ello. Es pues, una parte fundamental de nuestro sistema educativo. No nos debe extrañar, que una parte considerable de nuestra juventud no le dé la importancia que tiene un sistema democrático; que los derechos, libertades y valores democráticos constituyen la base de una convivencia en paz, que solo se logra con estudio, análisis, crítica y diálogo.
