Ciudad Real, Campo de Criptana, Valdepeñas, Consuegra, Tomelloso, Manzanares, Villahermosa, El Torno, Ballesteros de Calatrava, Calzada de Calatrava, Cabezarrubias del Puerto, Miguelturra, Carrizosa, Albaladejo, Agudo, Herencia, Retuerta del Bullaque, Almagro y Malagón. Son los diecinueve puntos de origen -dieciocho de nuestra provincia y uno de la de Toledo- si la memoria no nos ha hecho una mala jugada, pidiendo perdón por si aquello hubiese ocurrido, de los treinta y tres seminaristas -entre mayores y menores- que en este curso 2018-2019 se forman para algún día, si Dios lo quiere, ser los presbíteros que dirijan y acompañen otras tantas comunidades parroquiales, en el Seminario Diocesano. Y, ¿por qué hoy hablamos de ellos? Porque mañana, diecinueve de marzo, además de ser el Día de San José, además de ser el Día del Padre, además, digo, es el Día del Seminario, y lo celebran, y nos invitan a hacerlo, con un lema que interpela -o debe interpelar- y que exhorta al compromiso: “El Seminario, misión de todos”.
Diecinueve pueblos, entre ellos alguna capital y otros núcleos con rango de ciudad; diecinueve Emaús del siglo XXI en los que, atendiendo a la muestra que en estas fechas se expone en el claustro bajo del anteriormente referido edificio, ¡ojalá y se produzcan, al menos, treinta y tres nuevos milagros eucarísticos!
Diecinueve cenáculos dónde Jesús se ha dirigido a algunos de sus discípulos y les ha dicho, entre otras cosas: “Me encantan tus inquietudes, tus preguntas, sigue preguntándote, sigue inquieto, no te conformes con lo de siempre, escucha los anhelos más hondos que hay en ti mismo: ahí tienes la clave de tu vida, confía en mí, confía en la Iglesia, confía en ti. El Reino, la vocación, el Evangelio, es misión de todos; es misión tuya” ¡Que buen transmisor de la llamada de Jesús es, con sus palabras, Manuel Pérez Tendero, rector del Seminario!
¡Qué enriquecedor hubiese sido recoger la opinión de cada uno de los treinta y tres seminaristas!, pero… ¡es imposible!, me hubiese dicho Laura, nuestra directora. Por eso, y a modo de sondeo, -palabreja que tan de moda está en los últimos meses-, me quedo con la sonrisa de Javier Serrano Usero, de Cabezarrubias del Puerto, y con algunas de sus testimoniales palabras: “¿Por qué no ser sacerdote?, se preguntó un día Javier, no ¡si las misas me aburren! Pero, cómo sabéis, el Señor se sirve de todo. Empecé cursando primero de Bachilleraato, pero he de destacar el segundo año, que fue cuando sentí que Dios me pedía algo más. Desde aquí os animo a todos tanto a rezar por nosotros, cómo a lanzaros a esta aventura que es conocer la voluntad de Dios en nuestras vidas”.
Sorprende, sin duda. el caso de Ángel García Moreno, un tomellosero de cuarenta y cuatro años que estudia tercero de Teología. “Llevo cuatro años en el seminario, dice Ángel, preparándome para ser sacerdote. Es un camino difícil, pero apasionante, donde poco a poco te vas dando cuenta, a través de tus huellas, que el Señor fue marcando tu camino vocacional. Antes de entrar en el seminario estuve conviviendo con la comunidad de sacerdotes en el monasterio de Buenafuente del Sistal, -que por si no lo saben, apostilla quien suscribe, se encuentra en la provincia de Guadalajara-, había llegado al lugar adecuado para mi encuentro con Dios”.
Incipiente es la vocación de Álvaro Martín Tapiador, de Malagón, que estudia segundo de E.S.O. y nos traslada un sencillo, pero hermoso mensaje: “Me alegra bastante seguir las huellas de Jesús. Siempre venía al encuentro de monaguillos, y salíamos muy contentos. Rezad por nosotros, ya que nosotros rezamos cada día por todos vosotros”.
Creo que también es interesante el modo de pensar de Santiago Fernández, de Albaladejo, que estudia segundo de Bachillerato, y dice: “Dios no se da por vencido con nosotros, nunca se cansa de llamarnos porque el camino que nos propone a cada uno de nosotros es el único que nos dará la felicidad completa. La vocación es algo difícil de explicar, pero en la que uno se ve arropado por la familia, la parroquia, los amigos, los sacerdotes”.
¡La familia! ¡Cuánta falta hacen padres como Nacho y Amalia -los de Juan- de Herencia!. Dicen ellos: “Atended a vuestra vocación y sea cada uno lo que decidais ser, libremente. Esa fue la respuesta que le dimos a nuestro hijo Juan cuando nos comunicó que se estaba planteando ser sacerdote de mayor. Nos sentimos orgullosos e ilusionados ante aquel esbozo vocacional de nuestro hijo, y orgullosos de nosotros mismos, a la vista de cualquiera, unos padres de mente abierta y sin prejuicios”.
Para ir concluyendo, decir que el firmante comparte plenamente la opinión del exseminarista -porque también él lo es- Francisco Javier Talavera, cuando manifiesta: “Lo más increíble de todo es comprobar que las amistades que forjamos en el seminario no son como otras. Esa convivencia que se tiene en el seminario nos hizo crear lazos de amistad muy fuertes y duraderos en el tiempo” ¡Estoy de acuerdo contigo, Francisco Javier!
No entiendo otra forma de terminar estas líneas que felicitando a los Josés, a las Josefas, a los padres, -porque este martes, diecinueve de marzo es su día-, y cómo no, recordando las palabras de Álvaro: “Rezad por nosotros, por los seminaristas, sus formadores, sus familias, ya que nosotros, los seminaristas, rezamos cada día por todos vosotros”.