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05 noviembre 2024
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El tiempo

"Cuando nuestros proyectos parecen agotarse, algunos se revelan con la intención de continuar teniendo cosas por hacer, como si así se nos permitiera prolongar ese tiempo que se acaba"
“Cuando nuestros proyectos parecen agotarse, algunos se revelan con la intención de continuar teniendo cosas por hacer, como si así se nos permitiera prolongar ese tiempo que se acaba”
Manuel Fuentes Muñoz

    El tiempo es el más valioso tesoro de la vida humana. Su extensión influye y lo condiciona todo. La edad, los achaques, nuestra actividad, nuestro estado de ánimo… Lo importante, lo más importante, es disponer de este elemento tan fundamental en la vida, como lo son el agua o el oxígeno para todos nosotros.

    Conforme se van cumpliendo años vemos la importancia que tiene y como en algunas ocasiones lo hemos desperdiciado. Y eso nos preocupa. Cuando nuestros proyectos parecen agotarse, algunos se revelan con la intención de continuar teniendo cosas por hacer, como si así se nos permitiera prolongar ese tiempo que se acaba.  

    El escritor francés, Víctor Hugo, hace algunas reflexiones sobre cómo se sentía ante la vejez, que resultan sorprendentes. Con esas bonitas palabras, venía a cuestionar ese estado de agotamiento, malhumor y soledad con los que se asocia la edad madura, a la que algunos niegan cualquier cualidad positiva en quien alcanza ese estadio.

    Las comienza con quien hace una descalificación hacia el anciano:

    “—Te estás volviendo viejo me dijeron has dejado de ser tú, te estás volviendo amargado y solitario.

    —No, respondí; no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo sabio.

    —He dejado de ser lo que a otros agrada para convertirme en lo que a mí me agrada ser, he dejado de buscar la aceptación de los demás para aceptarme a mí mismo, he dejado tras de mí los espejos mentirosos que engañan sin piedad.

    —No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo asertivo, selectivo de lugares, personas, costumbres e ideologías.

    —He dejado ir apegos, dolores innecesarios, personas, almas, y corazones, no es por amargura es simplemente por salud.

    (…)

    —No, no me estoy poniendo viejo

    —Llevo en el alma lozanía y en el corazón la inocencia de quien a diario se descubre.

    (…)

    —No, no me estoy volviendo viejo, me estoy volviendo selectivo, apostando mi tiempo a lo intangible, reescribiendo el cuento que alguna vez me contaron, redescubriendo mundos, rescatando aquellos viejos libros que a medias páginas había olvidado.

    —Me estoy volviendo más prudente, he dejado los arrebatos que nada enseñan, estoy aprendiendo a hablar de cosas trascendentes, estoy aprendiendo a cultivar conocimientos, estoy sembrando ideales y forjando mi destino.

    (…)

    —No es por vejez por lo que se camina lento, es para observar la torpeza de los que a prisa andan y tropiezan con el descontento.

    —No es por vejez por lo que a veces se guarda silencio, es simplemente porque no a toda palabra hay que hacerle eco”.

    Y, termina con esperanza:

    “—No, no me estoy poniendo viejo, estoy comenzando a vivir lo que realmente me interesa”.

    Muchas veces recordamos y reconocemos que, en algunas ocasiones, hemos perdido nuestro tiempo o que hemos llegado demasiado tarde a acontecimientos que eran vitales para nosotros y para nuestros propios intereses.

    Irene Vallejo, acaba de publicar en el diario mexicano Milenio, un artículo en el que habla de todo esto. Lo titula “Para mañana” y en él nos dice, entre otras cosas:   

    «Cuántas veces reconocemos la necesidad de tomar medidas duras, pero antes nos concedemos un tiempo para remolonear aplazando el momento de actuar» (…) «Existe una palabra latina para describir esa actitud: procrastinación. Consiste en gozar del placer de aplazar, en no hacer hoy lo que también puedas dejar sin hacer al día siguiente».

    Concluye su comentario con una anécdota de las que proliferan en sus artículos. Nos cuenta que los griegos de la Antigüedad: «usaban un refrán irónico que decía: “Los asuntos importantes, para mañana”. Su origen está en una anécdota histórica. Había en la ciudad de Tebas un gobierno oligárquico contra el que se preparaba una secreta conspiración. El día elegido para el levantamiento, los cabecillas del régimen estaban comiendo y bebiendo en el banquete organizado por Arquias, un importante ciudadano».

    «Cuando ya había empezado la diversión, un mensajero se presentó ante Arquias diciendo: “Quien me entregó esta carta me encargó que la leyeras instantáneamente porque en ella te comunica un asunto muy urgente.” Arquias comprendió que la carta le arrancaría de su plácido letargo, y por eso, metiéndola bajo un cojín, respondió: “Los asuntos urgentes, para mañana”. Si la hubiera abierto, se habría enterado de todos los detalles de la conjura con tiempo de ponerse a salvo».

    Concluye su relato con una sabia reflexión: «Procrastinar tiene sus peligros. En nuestras vidas, como en la de Arquias, hay muchos asuntos para los que pronto puede ser demasiado tarde».

    Pues eso.

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