El domingo 22 de marzo pasado, despertamos con la triste noticia del fallecimiento de nuestro amigo, hermano, paisano de corazón, M. I. Sr. Dr. don Francisco del Campo Real, canónigo de la Santa Iglesia Prioral Basílica (S.I.P.B.) Catedral de las Órdenes Militares (OO.MM.) de Ntra. Sra. Santa María del Prado de Ciudad Real, a los 74 años de edad. Fallecido en los inicios -y a causa de la terrible y maldita pandemia que ha estado asolando nuestra nación, y que todavía hoy nos ocupa y preocupa-, y dejando un enorme y doloroso vacío imposible de llenar.
Sus últimos años de vida, han estado marcados por la enfermedad cardiaca que padecía, con largas estancias hospitalarias, y cinco intervenciones de corazón. Aunque su salud se vio complicada en los últimos meses, el pasado 14 de diciembre bautizó a su sobrino-nieto (cariñosamente decía que era su nieto) hijo de su sobrina María. Fue “su último bautizo”, como lo tituló su compañero en el IEM, sacerdote y profesor del Seminario, Fernando García-Cano Lizcano, en La Tribuna de Ciudad Real del 28 de marzo. Ese mismo día nos reunimos en la comida anual-tradicional de Navidad muchos malagoneros, coincidencia que nos permitirá evocarle siempre con cariño y emoción cada vez que lo recordemos, además de hacerlo de manera colectiva cuando nos reunamos en años venideros.
El día 15 de marzo, me dijo que estaba en su casa con la recomendación de estar totalmente incomunicado, y me envió una fotografía en la capilla del hospital, sentado en silla de ruedas con un capellán de pie a su lado. El 19, nuevamente en el hospital, me comunicó que había dado positivo en la enfermedad. A partir de entonces, y sintiendo siempre la cercanía de todos los suyos, estuvo particularmente atendido por los capellanes del hospital siempre que lo necesitó.
Resulta premonitorio que el 14 de enero, después de haberle informado del ingreso de mi madre por ¿neumonía/bronquitis? cuando todavía no se hablaba de la catástrofe que después estamos viviendo, me enviara un documento titulado “¿Por qué eliminar los capellanes en los hospitales sería un gran error? El día a día lo demuestra” (religiónenlibertad.com) para que le aconsejara la lectura del mismo, y así no tuviera reparo en recurrir a ellos siempre que lo considerase necesario.
Don Francisco había nacido en Calzada de Calatrava el 2 de noviembre de 1945, y muy joven con apenas 12 años, ante la sorpresa de su padre al ser el único hijo varón, tomó la decisión de seguir la carrera sacerdotal ingresando en el seminario conciliar de Ciudad Real en 1958. Después de 13 años de preparación profunda e intensa, se ordenó sacerdote en Ciudad Real en 1971. Cantó su primera misa en la parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de Puertollano, ciudad a la que estaba vinculado al ser, por motivos laborales, la residencia paterna.
Su primera ocupación pastoral fue la de ecónomo en Fontanosas (1971-1972), desde donde pasó a ser ecónomo de Villanueva de San Carlos y encargado de Alameda y Belvís; allí estuvo unos meses para después ir a Fuencaliente (1973-1976). Nombrado coadjutor de la parroquia de Santa Quiteria en Alcázar de San Juan (1976-1986), compatibilizó el cargo con el de secretario del arciprestazgo de Alcázar (1981-1984), y después vicario parroquial de la misma parroquia y secretario del arciprestazgo de Mancha Norte (1984-1986).
Ese último año fue nombrado párroco en Santa Teresa de Jesús de Malagón, cargo que compatibilizó con el capellán del monasterio de San José de las carmelitas descalzas, y que ejerció hasta el año 2000. En ese periodo fue, además, entre 1986 y 1989, administrador parroquial de Los Quiles, y desde 1997 hasta 2016, director del Museo Diocesano de Ciudad Real.
En el año 2000 tomó posesión como canónigo de la orden de Montesa de la (S.I.P.B.) Catedral de Ciudad Real, en la que sería penitenciario hasta 2005, año en el que es nombrado capellán de las Concepcionistas de Ciudad Real. Y en el 2006 fue nombrado delegado diocesano para las Causas de los Santos, realizando una intensa labor de investigación y documentación plasmada en muchos textos publicados, además de alguna documentación inédita sobre mártires durante la guerra civil. Actualmente era presidente de la comisión histórico-teológica de las “Causas de Canonización de 464 mártires de la persecución religiosa de la Provincia Eclesiástica de Toledo y de la diócesis de Ávila”.
En paralelo a su labor pastoral (era un sacerdote fidelísimo de Jesucristo, amante de la Virgen María, una gran persona, y estaba adscrito a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz), de la que otros con mejores conocimientos del tema que yo profundizarán en su momento, continuó ampliando estudios y realizando una labor docente complementada con una intensa y profunda actividad en los campos de investigación y divulgación históricas.
Don Francisco, como maestro de primera enseñanza que era, ejerció la docencia en Alcázar de San Juan; después, ya en Malagón, se concentró en alcanzar la licenciatura en Geografía e Historia, para después doctorarse con la lectura de su tesis doctoral: Malagón. Un señorío en el campo de Calatrava. Origen y evolución siglos XVI-XVIII, lo que le permitió complementar su labor docente anterior con el desarrollo de una importante labor de investigación y divulgación histórica, con notables publicaciones entre las por su extensión y profundidad, merecen destacarse las que se dedican a:
1. La historia de Malagón, destacando el señorío jurisdiccional de Malagón y lo que afectó la última Escritura de Concordia a los vecinos
2. El efecto, tan extraordinariamente positivo, que el monasterio de carmelitas descalzas y sus Santos fundadores Santa Teresa de Jesús de Ávila y San Juan de la Cruz, han tenido sobre los malagoneros, material y espiritualmente.
3. Las biografías publicadas, en las que resalta la vida ejemplar y el sacrificio de los beatos-mártires de la persecución religiosa (1936-39) de la diócesis de Ciudad Real. De toda su obra escrita (libros, artículos, comunicaciones a Congresos…), estoy elaborando una relación que intentará ser lo más completa y exacta posible, y que espero terminar pronto.
El lunes 4 de diciembre de 2017, en un acto celebrado en la Catedral de Ciudad Real, y en presencia del obispo de la Diócesis, se procedió al cierre solemne de la “Causa de 100 mártires de la diócesis habidos durante la primera mitad del siglo XX” (75 sacerdotes diocesanos, 24 laicos y una religiosa), concluyendo con el canto de la Salve a Santa María del Prado Patrona de Ciudad Real, y el himno oficial “Semillas de Paz”, de José Luis Moreno, a los Mártires del siglo XX en España. A partir de ese momento de entrega a la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos, continúa estudiándose en el Vaticano para determinar si ha existido martirio en cada uno de los casos presentados.
En caso afirmativo se propone al Papa el decreto de martirio del Siervo de Dios que proceda, ordenándose promulgar el decreto de martirio si se considera oportuno; es en ese momento cuando se podrá proceder a la beatificación del mártir, y si todos los propuestos resultasen afirmativos la diócesis de Ciudad Real contará 197 mártires sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares. El tesoro más valioso de toda nuestra iglesia local.
Francisco del Campo Real fue elegido consejero de número del Instituto de Estudios Manchegos (IEM) donde ingresó en 1996, y del que fue su secretario durante varios años. Cargo que compatibilizó con la dirección del Museo Diocesano de Ciudad Real, asumido en 1997, cuando todavía era párroco en Malagón. Su discurso de ingreso en el IEM, leído en el salón de actos del Ayuntamiento de Malagón el 29 de diciembre de 1995, se tituló “Monjas carmelitas ilustres en el Monasterio de San José de Malagón (Ciudad Real)”, centrándose principalmente en la figura de la Madre Luisa Magdalena de Jesús (llamada en vida Luisa Enríquez Manrique de Lara y Luján), señora de los mayorazgos de las casas de Luján de San Andrés y San Pedro en Madrid.
Esta señora fue, por tanto, descendiente de los protectores de San Isidro en Madrid (relación que será interesante ampliar en otro momento y lugar), y viuda de su primo Manuel Manrique de Lara y Manrique de Lara, IX conde de Paredes de Nava. Que entró como novicia en el monasterio de Malagón, donde profesó el 15/III/1648, y en el que siendo priora desarrolló una importante labor, tanto espiritual como material. Allí aseguró el mantenimiento, conservación y restauración de los muros del monasterio y de su retablo principal, del que don Francisco del Campo hace una extensa descripción en su tesis doctoral publicada.
Resulta curioso reseñar, que para la realización del estudio-proyecto que garantizaría que la bandera del municipio respondiera a la tradición histórica de nuestro pueblo, se solicitara la colaboración de una experta en heráldica y descendiente de esta señora, doña Carmen Travesedo y Colón de Carvajal.
El acto de lectura del discurso se hizo coincidir (¡El Ayuntamiento de Malagón siempre que ha podido ha buscado coincidencias memorables!) con la celebración de los 25 años de la declaración como doctora de la Iglesia de la Santa Madre Teresa de Jesús de Ávila… Lo que posibilitó, como bien señaló en su momento el propio don Francisco, que se dieran cita las más célebres personalidades de la vida eclesiástica, civil y militar, y el mundo de la cultura de entonces para rendir homenaje a la nueva doctora. Entre estas personalidades, es interesante recordar al entonces presidente del IEM y destacado ciudadrealeño, don Carlos Calatayud Gil.
El texto del discurso remataba de manera extraordinaria, el camino que había emprendido don Francisco en el estudio de la historia de Malagón, y contribuyendo a que muchas e importantes facetas de la misma, no quedasen olvidadas en las aglutinadas y escondidas estanterías del pasado.
Una muestra del aprecio y respeto que en Malagón se tiene a su figura, es que el 8 de septiembre de 2012, el Ayuntamiento tomó la decisión de denominar al tramo de calle que pasa por delante de la puerta de su antigua parroquia, como “Párroco D. Francisco del Campo Real”, a cuya inauguración asistió.
El último reconocimiento público que recibió don Francisco fue el de su nombramiento de “Cofrade Mayor Honorario” de la Cofradía de Santa Teresa de Jesús, el pasado 15 de octubre en Malagón (“Malagón, su niña bonita”, dijo el celebrante en el funeral, don Bernardo Torres Escudero), acto en el que estuve presente.
Si él hubiera podido leer lo escrito hasta ahora, me hubiera mirado directamente, y con la amabilidad que siempre le caracterizaba, y sin que sonara a crítica, aunque lo fuese, me hubiera dicho: “¡Has hablado demasiado de mí, y has olvidado a todos los demás!” Y llevaría toda la razón. Por lo que desde aquí y con él, he de recordar y rezar por todos los que han sufrido ésta y cualquier otra catástrofe en España, en Castilla-La Mancha, en Ciudad Real y Malagón, y sobre todo rezar por los malagoneros, como hizo siempre don Francisco en esta vida, y lo seguirá haciendo en la vida eterna.
Finalmente, y después de asistir al funeral por su vida eterna al que nos invitó tu familia el pasado 18 de julio, asumo como propio lo escrito en ReligiónenLibertad.com que al dar la noticia de su nacimiento a la nueva vida escribieron: “… Te pido perdón por no haberte atendido más y haber alargado nuestras conversaciones. Siempre esperando un día para visitarte en tu casa, y conservando la esperanza del encuentro definitivo en la Casa del Padre”.
