Ciertamente los tres nombres suenan bien y además se complementan. La ética debería estar presente en todas las acciones, algo imprescindible para resultar creíbles, la educación es fundamental para la formación integral de las personas y ser buen ciudadano, como valor social, algo muy conveniente para la colectividad.
Inculcar a nuestros jóvenes valores tan fundamentales como la justicia y transmitirles lo idónea que es una buena conducta moral, la libertad y responsabilidad, la equidad, el respeto a la opinión de los que no piensan de igual manera, la legitimidad democrática, el respeto a los derechos humanos, es algo muy necesario y obligado para que en el momento de madurar tengan una formación sólida y acorde con los valores que una sociedad moderna y honesta demanda y exige. Es en las escuelas, institutos, colegios y demás centros de enseñanza donde estas asignaturas se aprenden o al menos se intenta.
Pero salgamos a la calle. Abramos los periódicos, oigamos la radio, veamos las televisiones, ¡puff! El ciudadano de a pie, ese que diariamente contribuye con su trabajo al mantenimiento de la sociedad, ve con estupor que las asignaturas impartidas en muchas aulas de la vida son otras y tienen un nombre; La ética del dinero o mejor educar para conseguir dinero.
En mis tiempos, se estudiaban ética y urbanidad, pero estos conceptos orresponden hoy a planteamientos poco prácticos. Hay que complementar a nuestros jóvenes con valores más neutros. En conceptos desde luego que importantes, pero a ser posible que sean más inodoros e insípidos, no digo ya incoloros para que no se me confunda, que por ahí no pretenden ir hoy mis tiros.
Cuando un valor por importante que sea, no está arraigado en la conciencia de la persona, resulta ser como algo añadido y todo aquello que es añadido, si no se interioriza y “se cose” a un convencimiento personal profundo, en el fondo no se asume plenamente, acabando por desprenderse temprano o tarde. Unos valores que son aprendidos por ósmosis social como espejo del comportamiento y ejemplo de los demás.
Un valor se hace estable cuando se confirma con otro más interior y noble, con otros valores más primarios que todo ser humano lleva de manera innata y que son valores éticos. Y no me duelen prendas el decirlo. La gran fractura en la sociedad hoy está en el poco aprecio por los valores internos, esos que no aportan beneficio económico inmediato.
Que hoy lo importante es el dinero, tras él algunos, muchos, demasiados, van a toda costa porque resulta ser el único valor que todo lo compra y lo puede. Y nuestros jóvenes salen de las clases de ética y educación encontrando dificultades existenciales para realizar las prácticas. Que la educación es una asignatura para ser practicada nada más salir de las aulas, pero también nada más entrar en casa, en las empresas, públicas y privadas
Aunque solo sea para que nuestra juventud no piense el día de mañana, cuando tenga en sus manos las decisiones y el peso de la responsabilidad social, que todo el monte es orégano y que la ética, la educación y la ciudadanía a la hora de la verdad no sirven para nada.