A Julián:
Tras el impacto de la noticia, he tardado un buen rato en poder situarme. La primera reacción ha sido de incredulidad, abatimiento, pena… Julián ha muerto. Muy pobres palabras para describir todo lo que eso supone.
Conocí a Julián hace 20 años. Eran los tiempos de la primera expansión de AHIGE. Julián era ya un reconocido profesional y activista social. Muy pronto se interesó por el, aún incipiente, proyecto de Asociación de Hombres por la Igualdad, que se estaba gestando en Málaga. Era una iniciativa que encajaba perfectamente con sus principios y valores. También con su línea activista.
Desde que lo conocí personalmente, empezó mi proceso de admiración hacia él, hacia su figura y hacia su persona. Pues en ambas dimensiones era un hombre admirable.
Con el paso de los años, esta primera impresión no hizo más que consolidarse, de aumentar. Julián emanaba una energía positiva, inclusiva, de mirada colectiva y considerada hacia todas las personas. Era alegre, positivo, optimista y, no menos, inteligente en sus análisis y visión de los acontecimientos. Y a la vez era tremendamente pragmático y claro en sus exposiciones. Siempre me pareció un representante dignísimo de la cultura manchega.
En lo estrictamente personal era un hombre abierto y cálido. Cercano. Se abría, daba y recibía desde el calor que emana una buena persona.
Como activista social, me vienen los versos de Bertolt Brecht.
«Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.»
Se nos ha ido un amigo y compañero, de los imprescindibles. Mi dolor de estos momentos no impide un profundo y sólido sentir de acogida amorosa, de su presencia en mí.
Descanse en Paz.
