Hablar con mucha gente tiene la ventaja de que cada poco los interlocutores te ofrecen los mimbres de un posible artículo. He aquí los juncos que he recogido en los últimos días, desde que Pedro Sánchez es Presidente del Gobierno. Recogidos de un sector muy cualificado, los curas.
Casi al día siguiente de la toma de posesión del nuevo gobierno, algunos sectores cristianos centraron su foco de observación en la promesa de los ministros, sin alusión religiosa alguna. Otros, también cristianos, nos felicitamos de que esa laicidad respetuosa con las creencias de los protagonistas se aplicara a un acto político, cuyo beneficio a la sociedad podía enmarcarse en la Declaración Universal de los Derechos Humanos o en los argumentos religiosos de los ministros. Y nos felicitamos de que esto ocurriera en previsión de que en un futuro pudiera haber ministros de varias religiones o de ninguna.
No había pasado una semana cuando en una homilía de domingo aludía el párroco con preocupación a la que llamaba Ley del Aborto, cuando debía haberle antepuesto lo de “despenalización”. No se había enterado de que no es una incitación al aborto sino la posibilidad de que aquellas mujeres que recurren al procedimiento, siempre por causas muy serias a juicio del resto de las mujeres, no vayan a la cárcel. Tampoco se había enterado de que las estadísticas actuales dan un descenso de los abortos practicados en España. Además de las ventajas sanitarias, etc. Pero ¡amigo! Era un gobierno socialista.
Si avanzamos una semana más, la misa del domingo nos ha ofrecido otra perplejidad. En las misas se dedica parte de la introducción a pedir a Dios por aquellos necesitados de toda índole: de recursos, de justicia, de compañía, de comprensión, de ayuda esporádica o permanente etc.
Juicioso con el efecto llamada
No recuerdo haber pedido insistentemente por los emigrantes llegados en pateras, quizá porque hay que ser juicioso con eso del efecto llamada, como si el evangelio fuera prudente. Y tampoco hoy, aunque están llegando a nuestras costas más de 600 emigrantes que hubieran muerto ahogados sin remedio si el nuevo gobierno no hubiera tomado la decisión de recibirlos y de urgir a Europa a tratar este problema. Todos estamos conmovidos y contentos de que haya sido uno de los asuntos paliados con urgencia. ¿No ha sido una clara defensa de la vida? ¿Somos tan mezquinos que no se nos ocurre felicitar a Pedro Sánchez? ¿Solo tienen derecho a ponerse contentos los salvados del mar y de la crueldad internacional? ¿No merecen una palabra expresa de admiración las ONGs que han intervenido aunque sean no-confesionales?
Felizmente, a raíz del pasado 8 de marzo la sensibilidad de y por las mujeres se ha agudizado. No solo las conductas machistas son rechazadas con horror, sino que se compara la opinión femenina y masculina en temas importantes. No cabe duda de que en la Iglesia Católica predominan/dominan las opiniones masculinas y puede que si tuvieran las mujeres más cancha se notaran menos las diferencias. Sería un bien para la sociedad integrada por creyentes y no creyentes, hombres y mujeres.