En el cerro de Alarcos, centenares y centenares de romeros y romeras de nuestra capital y su comarca, en el día de hoy, acudían como lo hacían tiempos atrás. Las crónicas, no obstante, nos hacen saber que, durante muchos años y de forma tal, la festividad llegó a caer en el olvido, para luego recuperarse con más fuerza hasta hoy. Nos decía R. Ramírez de Arellano en 1893: “que la ermita de Alarcos pertenecía a varias épocas y debió ser incluso más pequeña que lo es hoy, donde se dio culto a una imagen devota. “Así, la actual ermita es muy posterior al siglo XII, cuando se dio la célebre batalla de 1195 entre cristianos y musulmanes, que tan importante y negativo resultado significó para la Reconquista hispánica.
Los libros Capitulares del Consistorio de nuestra capital, recogen numerosos acuerdos, que describen la ermita desde mediado el siglo XIX, no obstante sufrir lamentables olvidos y abandonos de imagen y ermita, como hemos apuntado antes. Aun por los años de 1950, los romeros del lugar de Alarcos conocen de buena tinta el significado de este cerro y la importancia que encierra en el contexto de la Historia de España.
La imagen de la antigua Virgen Santa María de Alarcos, según un historiador local, era de alabastro y que sostenía en su brazo izquierdo un pajarito “colorín”, según señalaba la tradición oral. También nos consta, que comenzaban celebrando excursiones al histórico cerro los colegios de Ciudad Real, y del mismo modo la Asociación de obreros ferroviarios de los talleres de la capital, costumbre que perduró hasta la década de los años veinte del siglo XX 1900. Por otro lado, numerosos expertos creen, que el santuario actual se levantó sobre los restos de una mezquita musulmana, donde antes existió una basílica romana.
El complejo del Alarcos Medieval estaba rodeado de una gruesa muralla de 3 m. de espesor y una primitiva ciudad fue reconstruida con los restos de la ciudad oretana sobre la que se encontraba. Tras el abandono de Alarcos, este material fue reutilizado en Pozuelo de Don Gil y más tarde en Villa Real. Pero el intento fallido de la repoblación de Alarcos alentó a los moradores de este lugar a dar culto a una imagen de la Virgen María, que ellos mismos designarían como su patrona y le darían el nombre de la villa, es decir Santa María de Alarcos.
Después de la célebre batalla de «Las Navas de Tolosa» (1212), favorable a la cristiandad y tras ver libre toda la zona se reconstruyó un templo para la Virgen de Alarcos, del que no se puede fijar exactamente una fecha. En el siglo XIX la ermita estaba abandonada. En 1859, el santuario sufre una importantísima restauración que termina con el nombramiento de un santero para su custodia, y además, la entrega de la ermita al Ayuntamiento de Ciudad Real. Pero durante los siglos XVI y XVII la devoción de los ciudarrealeños hacia la Virgen María era evidente, fijando el culto alrededor de cuatro imágenes célebres: Nuestra Señora de Alarcos, la Virgen Blanca, Inmaculada Concepción y la del Prado. No obstante, cuando la invasión francesa, se incendió el templo. La imagen tras ser restaurada no sufrió daño alguno hasta la llegada de nuestra guerra civil de 1936.
La historia señala, que Alfonso X el fundador de nuestra ciudad, intentó hacerlo en Alarcos, pero al fracasar trasladó el exiguo resto de moradores a un lugar próximo llamado Pozuelo de Don Gil, que dependía del alfoz de Alarcos, fundándose así la ciudad de Villa-Real en 1255.
El rito de cada año es: la romería de Alarcos reúne el Domingo de Pentecostés a miles de romeros que acompañan a la imagen de la Virgen de Alarcos desde la Iglesia de San Pedro a la ermita de Alarcos. La imagen es portada en andas desde esta parroquia donde es subida a un carro tirado por una reata de mulas que realiza el traslado de la Virgen hasta llegar a las proximidades del cerro de Alarcos. Allí son los mozos de Valverde los que cargan con la Virgen de Alarcos y la suben a gran velocidad hasta la ermita.
*Miembro de Número de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales