Si sentáramos en una misma mesa a la persona más pobre y más rica, a la más virtuosa y dañina, a la más torpe e inteligente, a la más pesada y liviana, más alta y más baja, a la más generosa y ruin…y así fuéramos añadiendo distintos comensales en función de todas y cada una de las características que conformamos los seis mil millones de hombres y mujeres que hoy integramos la especie humana…estaríamos hablando de una mesa inmensamente grande que a buen seguro daría la vuelta a todo nuestro planeta.
Sería una auténtica integral, no matemática sino humana, pues nadie se quedaría sin un sitio por la sencilla razón de que todos tenemos una característica al menos que nos hace diferentes a los demás; y no solo eso, sino que escenificaríamos algo que es la resultante más hermosa: se estaría evidenciando que todos los seres humanos tenemos las misma dignidad.
Imaginen que alguien colocara esa inmensa mesa y todos de manera sincronizada dejáramos nuestros quehaceres y nos sentáramos dándonos las manos y mirando a quienes tenemos al lado sonriendo sin decir absolutamente nada, oyendo solamente el romper de las olas, el fluir de los ríos, el canto de los pájaros y el ruido del viento.
Por un momento todos los seres humanos estaríamos celebrando y participando de la suerte de vivir en esta hermosa naturaleza que nos ha sido dada. Nada de luchas, de enfrentamientos étnicos, religiosos, nada de guerras comerciales. Estaríamos celebrando la gran fiesta de la fraternidad y viviendo en una auténtica y completa integración social.
La pregunta que en estas fechas podríamos hacernos cara al próximo año en el que vamos a entrar es: ¿Voy a hacer de mi vida un pequeño pedazo de esa enorme mesa y procurar que en un futuro todos puedan acudir a ella? ¿Voy a enfocar mis días en montar siquiera una humilde silla para que aquellos que no tienen nada puedan sentarse en esa mesa? Así estaríamos colaborando a que el mundo fuera cada día, cada año, un lugar más amable, cordial y fraternal donde vivir. Porque en el fondo, este es nuestro gran y hermoso deseo que de una manera más o menos consciente todos anhelamos como seres humanos, inteligentes y amantes.