Después de algunos meses que han durado las obras de restauración de la antigua ermita de San Antón: obras dirigidas por la arquitecta Gloria Ciudad y llevadas a cabo por la empresa Consjase S.L., tan notorio espacio fue inaugurado oficialmente el pasado domingo, día 23, víspera de San Juan, Patrono de la Parroquia de Argamasilla de Alba.
La inauguración consistió en la celebración de una solemne misa por el párroco: don Ángel Moreno Mayoral, que fue acompañado por un grupo de nueve acólitos, a la que asistieron, además de las autoridades civiles, todos los representantes de las cofradías y grupos parroquiales; también el Coro de la Iglesia, que así es conocido, magnificando a lo largo de la misa, tan importante ocasión.
Cuando finalizó la Eucaristía, los numerosos asistentes, en procesión, con el Santísimo bajo palio, se dirigieron a la mencionada ermita; pequeña de tamaño, pero grande en cuanto a la antigüedad de sus muros; pues primero fue un ‘humilladero’ dedicado, en el s. XVII, y quizá antes, por un señor particular, a la Santa Faz y a San Vicente Ferrer. Posteriormente, 1740, según el historiador Hervás y Buendía, la ruina y deterioro de la Ermita obliga cerrarla al culto, trasladando las imágenes, “ya de mucha veneración, con todo lo demás a ella perteneciente, a la Iglesia parroquial”.
Pero, al parecer: “el pueblo no se avenía con el abandono del santuario, las promesas y legados afluían con abundancia, por lo que se pensó seriamente en su reedificación, para lo que, el Gran Prior, Don Pedro Carlos de Borbón, otorgó su licencia en 1785, nombrando a D. Francisco Antonio Parra recaudador «para el recogido de las limosnas y legados» destinados a este fin. Y fue el 16 de mayo de 1796 cuando el entonces párroco, don Antonio Sánchez Liaño, con asistencia del clero autoridades y del pueblo en masa; se procedió, al igual que ahora, en hacer una procesión general.
Posteriormente, ya en el s. XIX, otra vez fue necesario arreglar ciertos desperfectos, dotando a la ermita de un pórtico cubierto; el cual, al parecer, “servía de albergue a transeúntes y se convertía en teatro de graves profanaciones”, por lo que, el párroco, don Pedro José Menchén, creyó indispensable su cierre, el cual, junto a los reparos que el edificio necesitaba, se efectuaron en 1908.
A principios del s. XX: la imagen de San Vicente Ferrer, creemos que quizá se ubicó en la Parroquia, dejando de ocupar su primitivo lugar, dedicando la ermita a la mencionada Santa Faz y al Patrón de los animales.
En cuanto al retablo que actualmente tiene la ermita, fue inaugurado el 13 de enero de 1949. Lo preside un cuadro de la Santa Faz, pintura que fue donada por Antonia Gómez Catalán, viuda de Vicente Serrano Hernán. El lienzo fue pintado por Sor Antonia, religiosa de las Hijas de Nuestra Señora de Luján, monja natural de Argentina, licenciada en Bellas Artes, que era una de las tres religiosas que habían inaugurado, por medio del Ayuntamiento, una Casa de Reposo y Caridad para atención de los ancianos, situada en la calle Alcázar, conocida popularmente por el Hospital. En esas fechas era el Párroco don Francisco Alberca Muñoz.
También tenemos noticia que, la imagen del santo protector de los animales, fue donada por Vicente Gómez Catalán; pues durante la contienda (1936) fue parcialmente destruida, por lo que la familia Gómez, cuando acabó dicha contienda (también se ha ocupado de restaurar la imagen posteriormente), rehabilitó la talla de san Antón, regalando la imagen a la Iglesia para su culto. Respecto a la puerta de hierro que da entrada a la ermita, dibujo que representa una cruz, fue diseñado por Manuel Lanzarote Serrano, Hermano Mayor que fuera, durante muchos años, de la Cofradía de Nuestra Señora de Peñarroya.
En cuanto a la restauración actual es de una gran sencillez. Hay que destacar los símbolos del evangelio que están representados en el techo de la cúpula. Todo lo anterior fue muy alabado por el numeroso público que asistió, pues fueron unos actos religiosos llenos de alegría y emoción; sobre todo, porque el objetivo que se le va a dar a dicho espacio sagrado es tenerlo abierto con horario de la parroquia, para que, cualquier ciudadano pueda visitar al Santísimo, entronado en un Sagrario sencillo; pero lleno de esperanza y misericordia.
No podemos olvidar en esta crónica, el trabajo que, a lo largo de los años, han llevado a cabo y, actualmente, Martín Lara Pardo, su esposa María Luisa Carretón Serrano y Mari Carretón López de la Vieja; los tres, con mucho cariño y dedicación, generosamente, se han estado ocupando, a lo largo del tiempo, de tener limpia y aseada la ermita, ahora recuperada. Por ello, Martín, fue el encargado de voltear la pequeña campana de la ermita para avisar la llegada de la Eucaristía. Laus Deo.
.