En las próximas fechas, llega la Semana Santa, que tras poco más de dos siglos, recordaremos la batalla entre españoles y galos, con la derrota de los nuestros y como consecuencia la toma de Ciudad Real por los franceses. Los soldados napoleónicos cometieron numerosos abusos y muertes de ciudadrealeños, y gracias a un vecino de Ciudad Real, salvó a Ciudad Real de ser incendiado, represaliado por el enfrentamiento con las tropas invasoras del mariscal Horacio Sebastiani. Muchos españoles y ciudadrrealeños perecieron en esta batalla que los archivos militares denominan “Batalla de Ciudad Real”, batalla que aparece grabada en el Arco del Triunfo de París.
El 2 de mayo de 1808 se proclamaba a los cuatro vientos la declaración de la guerra de España contra Napoleón, tras el levantamiento popular de Madrid.
No obstante, en Ciudad Real apenas sonaba la guerra contra los galos, popularmente conocidos ya con el despectivo remoquete de “gabachos”. No es hasta finales de marzo del siguiente año de 1809 cuando la Guerra de la Independencia, suena de modo trágico en Ciudad Real donde perecerán muchos manchegos y soldados del Ejército español en los molinos y puentes del Guadiana a escasos km. de Ciudad Real en los sitios de Puente Nolalla, el Emperador, Peralbillo y La Atalaya, etcétera, en la renombrada y memorable “Batalla de Ciudad Real”. Las operaciones bélicas y la propia batalla se dieron entre el 4º Cuerpo del Ejército Imperial francés del Ejército de La Mancha del general José de Urbina, conde de Cartaojal, en la que participaron más de 5.000 hombres. Además, también se movilizaron numerosas partidas guerrilleras de patriotas de la propia Ciudad Real y pueblos colindantes. El 26 de marzo de 1809, la capital ciudarrealeña recibe la noticia de que las tropas galas se aproximaban. El conde de Cartaojal había situado su cuartel general en Ciudad Real y sus Divisiones se extenderían a lo largo de la provincia.
Desde las 10 de la mañana del día 26, la División de Caballería del general francés Milhaud se acercó hasta Peralbillo, pero fue rechazado en su intento de pasar el puente de Nolalla hasta Ciudad Real, aun así, el refuerzo de las demás unidades del ejército francés, que acudieron en horas posteriores, sorprendió completamente al dispositivo español, y así durante todo ese día las milicias provinciales de Ciudad Real, resistieron el empuje del muy superior ejército francés en el citado puente, que salvaba el paso del río Guadiana.
El 24 de noviembre de 1808 era activado otra vez el Regimiento Provincial de Milicias de Ciudad Real dentro del Ejército de La Mancha. Siendo su primer jefe el coronel Luis Antonio Treviño y Carvajal. Su Jefe, con el grado de coronel, siempre era designado por el Ayuntamiento entre los militares retirados del Ejército, que hacía sus prácticas los fines de semana en las eras de la ciudad, aportando el Ayuntamiento a cada miliciano su uniforme y armamento. Su cuartel se hallaba en la Plaza del Pilar de Ciudad Real esquina a la calle de los Arcos, luego general Aguilera. Lo integraban algo más de 500 soldados y oficiales. El Jefe del Ejército de La Mancha el teniente general José de Urbina, desplegó sus efectivos, ordenando el aposentamiento de varias unidades en Ciudad Real. El 24 de marzo de 1809, Urbina, se decidió atacar por sorpresa a los franceses, que ya avanzaban con destino a Ciudad Real.
“LA BATALLA DE CIUDAD REAL”, ASÍ LLAMADA EN LOS ARCHIVOS ESPAÑOLES
El 26 de marzo de 1809, siendo Semana Santa, las tropas napoleónicas se aproximaban a Ciudad Real por el camino Real de Toledo, en contraofensiva y persiguiendo desde el combate de Los Yébenes del día 24, a los restos del ejército español que les hacía frente.
Se enfrentaban de una lado, el Ejército Imperial Napoleónico una fuerza combinada con lo mejor de las tropas de choque de Europa, entre ellas su infantería ligera y sobre todo su excelente caballería de lanceros polacos del Vístula, al mando del mariscal Horacio Sébastiani. Del otro lado, los restos del Ejército Español, derrotado recientemente por Sébastiani en las batallas de Uclés y Consuegra, formado por tropas desmoralizadas y con armamento anticuado e insuficiente.
El General de División Milhaud, con la Caballería del 4º Cuerpo y la 2ª División de Dragones de la Caballería de Reserva y de Dragones y 10 cañones con un total de 2.500 hombres: el 3º de Húsares Holandeses y de los Lanceros polacos de caballería con un total de 1.000 hombres.
En la mañana del día 26, bajo la lluvia y el frío la División de Caballería del General francés Milhaud llegó hasta las cercanías de Ciudad Real partiendo desde Peralbillo, aunque fue rechazada en los puentes del Guadiana hacia Ciudad Real, por un escuadrón del regimiento de caballería Dragones de Sagunto, tras haber pasado Puente Nolaya con 1.000 jinetes y 4 cañones.
A la mañana del día siguiente el 27, lunes Santo tuvo lugar la batalla decisiva entre las tropas españolas y las tropas de Napoleón en el río Guadiana a la altura de Nolaya. La División de la Caballería Polaca cruzó el puente sobre el Guadiana y consiguió envolver por sorpresa al Regimiento de Milicia de Ciudad Real, sin más escapatoria que retroceder hacia el cerro de La Atalaya, que finalmente tomaron. Al mediodía los franceses llegaron hasta Ciudad Real donde destrozaron la resistencia de las últimas tropas españolas parapetadas en sus murallas. En ésta acción quedó casi destruido el Regimiento Provincial de Milicias de Ciudad Real. Y así, a las 2 de la tarde entraban los franceses por Puerta de Toledo, y en las calles inmediatas empezaban a disparar sobre todo lo que encontraban a su paso, matando a seis personas, cuyos nombres figuran en los registros parroquiales ciudarrealeños. El Regimiento francés de Húsares de Holanda, ocupaban la Real Casa de Misericordia como cuartel, grandioso edificio que mandó edificar el arzobispo de Toledo Lorenzana. Por parte española se registraron entre muertos, heridos y prisioneros: 1 Coronel, 47 artilleros muertos. 6 prisioneros: 6 oficiales y 2.000 soldados y capturados 5 cañones, 1 obús y 4 Banderas, entre ellas la Milicia Provincial de Ciudad Real. El general Urbina fue detenido, encarcelado y desposeído del mando. (Documento en AHN, Depósito de Guerra); las bajas galas fueron 100 soldados entre muertos y heridos. Fue una gran victoria francesa, que conmemoraron grabando la efeméride en el Arco del Triunfo de París. En la carretera Ciudad Reala a Toledo a pocos kilómetros de Ciudad Real, se encuentra el viejo y desaparecido Puente y molino de Nolaya (según versión oral no contrastada, su primitiva denominación fue Doña Olaya). Desde el trazado y nuevo puente podemos ver, durante las épocas de sequias, como aflora a la luz el antiguo puente y el propio molino harinero que allí se levantaba sobre el Guadiana. Según el Diccionario de Pascual Madoz entre 1846 y 1850, el molino funcionaba con cinco piedras. La imagen del desaparecido molino lo publicó E. Martín Aguirre, en El Sayón.
Tras dejar atrás el cerro de la Atalaya y un pequeño repecho popularmente llamado por su entorno de tierra rojiza, “cuesta colorada” (sic). Después de superar dos cuestas más y una bajada, la carretera giraba a la derecha para iniciar la subida al lugar del “El Piélago”. Y en el recodo de la carretera, nos encontrábamos un viejo puente estrecho de piedra, que salvaba el Guadiana…y más adelante el molino alimentado para la molienda por la corriente del río.
El dicho molino, era datado ya en el siglo XVIII. Se le conocía el lugar con el nombre de “Puente Nolalla”, lugar legendario, cercano a Peralbillo, no lejos del molino El Emperador, el cerro de La Atalaya, donde se dio la batalla llamada militarmente “Batalla de Ciudad Real”, donde también se combatió en el propio molino y puente, antes de tomar nuestra capital las tropas de Napoleón, durante la Semana Santa de 1809. Fue batalla de estrepitosa derrota para los militares y paisanos de Ciudad Real, con cuantiosas víctimas.
Tras levantar la presa de El Vicario, muchos años más tarde, todo aquel entorno de molinos y lugares desaparecieron abandonados o inundados.