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19 marzo 2024
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La clave es la igualdad

Page durante su intervención ante el pleno de las Cortes 1
Page durante su intervención ante el pleno-de las Cortes el pasado 4 de octubre, fecha en la que fue aprobada la Ley/Lanza
Laura Espinar
El enfoque inclusivo con el que ha sido elaborada la normativa ha sido, a mi juicio, clave para recoger sensibilidades que, sin duda, van allá de lo catalogado hasta ahora como violencia de género, además de introducir ese apartado de educación en igualdad como elemento -más a largo plazo- capital de una sociedad igualitaria y más libre

“Somos una tierra humilde donde las mujeres que nos precedieron se esforzaron enormemente para que sus hijas y nietas pudieran tener las oportunidades de las que ellas carecieron. A ellas les debemos mucho, son nuestro referente”.

Estas reflexiones, estas palabras, son de la directora del Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha, Araceli Martínez, tras la reciente aprobación en el Parlamento Autónomo de la “Ley para una Sociedad Libre de Violencia de Género que sitúa a esta comunidad a la vanguardia en España en la lucha contra la violencia machista.

Una ley que abre nuevas vías para avanzar en la protección y ayuda a la mujer y a las víctimas de esta lacra social y contempla, como una de las novedades, el acoso, la violencia sexual y la violencia institucional, – la que ejercen quienes retarden, obstaculicen o impidan que las mujeres tengan acceso a políticas o derechos que les aseguren un vida libre de violencia- como violencia de género.

Castilla-La Mancha ya se puso a la cabeza en España en el año 2001 cuando aprobó la Ley de Prevención de Malos Tratos y Protección a Mujeres Maltratadas, al ser la primera comunidad que reguló esta situación. Ahora, desde el pasado 4 de octubre, vuelve a la primera posición con una Ley que, además de medidas de protección y ayuda a las víctimas, recoge un apartado fundamental como la formación en igualdad desde la infancia.

Los impulsores de esta Ley, y con ellos los ciudadanos y ciudadanas de esta Comunidad a través de sus representantes en las Cortes, entienden que para erradicar comportamientos machistas de la sociedad es necesario complementar la educación que los niños reciben en su casa, con la que se imparta en las aulas. De ahí que esta nueva normativa proponga implantar una asignatura obligatoria en los colegios, en educación infantil y en primaria.

Precisamente esta apuesta por cortar de raíz comportamientos machistas e incidir en la igualdad desde pequeñitos, ha contado con un gran respaldo de numerosos colectivos sociales, como Amnistía Internacional. Considera que se ha dado un paso en la “dirección correcta” en el establecimiento de una cultura en derechos humanos en las aulas, que atiende a las recomendaciones de la ONU y del Consejo de Europa.  Incluye esta nueva Ley –según destaca Amnistía- “la garantía de formación específica y permanente en materia de violencia de género del personal que forma las plantillas de los centros educativos y que tiene contacto directo y trabaja con el alumnado, integrando estos contenidos en los procesos de acceso a la labor docente y a la inspección educativa”.

 

Recoger sensibilidades

El enfoque inclusivo con el que ha sido elaborada esta normativa ha sido, a mi juicio, clave para recoger sensibilidades que, sin duda, van allá de lo catalogado hasta ahora como violencia de género., además de introducir la educación en igualdad como un elemento -más a largo plazo- capital en una sociedad igualitaria y más libre.

Como mujer y como castellano-manchega, me satisface que una Ley de este tipo haya sido aprobada por el Parlamento de Castilla-La Mancha. “Una tierra humilde”,  donde sus habitantes han trabajado muchísimo para que sus descendientes tengan una vida mejor y donde, de manera especial, las mujeres han sido las encargadas de transmitir a sus hijas ese afán de superación al que se refería Araceli Martínez para lograr “las oportunidades que ellas no tuvieron” , pero también la fuerza suficiente como para llevar a las Cortes leyes que liberen a la sociedad del machismo.

Solo desde esa fuerza se podrá luchar contra esas corrientes populistas en alza (¿) que, procedentes de movimientos ultraconservadores, ven el enemigo hoy en las mujeres feministas y fijan su apuesta en derogar las leyes que las protegen como víctimas. No hemos llegado aquí para retroceder, no. Nuestras madres no nos lo perdonarían.

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