Quien viene aquí, a La Mancha, a estas humildes tierras y parajes, suele dejarse un trocito del corazón; en su gente, en sus atardeceres, en su gastronomía, en su hospitalidad. En sus añejas costumbres, en su paz y en la dignidad de todos los que aquí habitan. La tierra del hortelano, de la gente del campo, de los delantales y los sombreros de paja, de las lumbres en las mañanas de helada, del sol de justicia en verano y de los almuerzos con queso y vino en los albores de la amanecida.
Y no verás las estrellas de madrugada ni atardecer como lo verás en La Mancha, porque el sol se sabe en casa. Y sus pueblos con las paredes blancas encaladas y los molinos como guardianes del tiempo… Las mosquiteras de hierro, los toldos verdes, cortinas con tela manchega y los aperos del campo. Las gentes al fresco en la puerta de sus corralas y Miguelito, el de la Juana, pelando la pava con la Mari, la de los galgos.
Los paseos entre vides y olivos, por la llanura o por el monte, mientras tu abuelo te cuenta que la comida de aquí es cocina de aprovechamiento. Las pinturas del sol y la luna reflejando su fulgor en la cebada dibujando un arcoiris de colores eternos. Gente de secano y de río, de lagunas y humedales, de monte y de llano. Tierra de los Santos Frioleros, de guardar la Cuaresma, de días de precepto, de batallas históricas, de calzadas romanas y monarcas visigodos, de castillos medievales y de simbología perspicaz, de matanza y de romería, de luto el Viernes Santo y de ferias de otro tiempo; de romerías y de toro bravo y caballo curtido.
La Mancha de los quintos, de la vendimia y de la aceituna. Que suene la música de los Mayos y las seguidillas, que se baile la jota manchega entre olores de tomillo y romero, ¡que me parta un rayo si no me espanta la belleza de mi tierra! Y recordad que hay tres jueves en el año que relucen más que el sol…
La decencia, la conciencia de clase y la dignidad de todos aquellos que tienen en la mente a sus ancestros, que se quitaron el hambre a golpes en un terruño tan hostil como bello y mítico, tan duro como mágico; olvidado por todas las instituciones, se rinden honores a las tradiciones y, con el recuerdo de lo que fueron los que vinieron antes, se pelea día a día por lo que se quiere ser, porque el manchego es de paso corto y mirada larga.
Porque en La Mancha no se es rico en cuartos, pero se es millonario en valores. En el secarral se alzan los labriegos y las hortelanas, con la frente marchita y la dignidad por bandera. A la Mancha por Dios. Y recuerda: si vas a La Mancha, no te alborotes, porque vas a la tierra de Don Quijote.
Feliz día de Castilla La Mancha, hermanos de la tierra.